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Mario Antuña

A la contra

Mario Antuña

55 minutos en Gijón

José Alberto demostró que quería y podía ganar con sus cambios tácticos y de jugadores ante el Tenerife

"Ahora sí, ahora vamos a ganar". La afirmación corrió como la pólvora por la grada, porque el fútbol es sentimiento y hay fe. Era el minuto 55 del partido del sábado contra el Tenerife o, si lo prefieren, el 10 de la segunda parte. Tras una salida fulgurante, con llegadas y remates a la portería canaria, el Sporting comenzó a diluirse por el centro y entre los aficionados rondó el recuerdo de viejos tiempos. Cuando un entrenador insiste en que hay que tocar rápido y correr hacia adelante, los viejos tiempos quedan lejos. En ese minuto 55, José Alberto dio una patada en la banda como si fuera un puñetazo sobre el tablero del césped y ejecutó dos cambios. Entraron Salvador y Blackman, por dos desacertados Cofie y Carmona. Además, el míster de la camiseta interior roja bajo camisa blanca (el rojiblanco no puede ser una disculpa para el estilista) cambió el sistema a un 4-4-2. ¡El Sporting jugaba con dos delanteros! Algunos aficionados tuvieron que secarse las lágrimas para seguir viendo el partido. Y en El Molinón volvieron a pasar cosas: dos golazos, ataques y contraataques, aperturas a banda, pases interiores, emoción y la convicción de que el partido se iba a ganar, o al menos se podía. Contado así parece un partidazo que no fue. Ni el Tenerife era un juguete roto, ni mucho menos, ni el Sporting una apisonadora. Pero cuando se ven buenas intenciones, vuelven las sensaciones de triunfo.

José Alberto va perfilando su equipo. Aún le queda faena, cuando ya se llevan 16 jornadas de 42, y el reloj corre frenético por la banda. El de la segunda parte del sábado comienza a parecerse al ideal. Sumen a Nacho Méndez para dar juego y pausa en el centro, hagan alguna variación táctica o puntual, y frótense los ojos para ver el cambio respecto a los últimos meses y casi con los mismos mimbres. Los que no den la talla, que dejen paso. Hay mucho que escalar y este año la Segunda es un hervidero.

Mención especial merece Cofie. Alguien debería explicarle que no tiene poderes mentales para desviar las pelotas que pasan a su lado, ni rayos en los ojos para destruirlas. Sus únicos superpoderes son correr, situarse bien, luchar, salir al corte..., que para eso fue fichado. Pasarse el rato mirando las evoluciones del juego contrario y colocando compañeros puede estar bien en algún momento, nada más. Queda claro que Nacho Méndez y Salvador comienzan a erigirse en titulares por méritos propios y deméritos ajenos, pese al peso inicial de los fichajes de Miguel, el amigo de José Alberto. En el resto de puestos los jugadores van encajando porque el tiempo acaba poniendo a cada uno en su lugar. Vuelven a aparecer, sobre el papel del calendario, unas semanas apropiadas para intentar estirarse en la clasificación. El entrenador ha impuesto nuevas ideas y tácticas, y como Charlton Heston tras sus "55 días en Pekín", quiere abrirse paso con su Sporting entre las huestes adversarias.

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