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José Luis Salinas

Y en tres minutos cayó el castillo de arena

A estas alturas de temporada el Oviedo debería haber construido ya una fortaleza inexpugnable en casa y no una así de frágil

Bastaron tres minutos fatídicos para desarbolar toda la mejoría exhibida durante las últimas jornadas. La defensiva. Esa que gana los partidos desde atrás. Y vaya por delante que el Oviedo no mereció caer derrotado ayer en el nuevo pero viejo Tartiere. Ni mucho menos. El Almería se llevó un botín extraordinario para sus méritos, que fueron más bien poquitos. Pero la defensa azul se lo puso en bandeja. En una de esas plateadas, brillantes y con ribetes en los bordes, porque no pudo darle más facilidades a los andaluces para remontar inmerecidamente el partido.

El Oviedo lo intentó, pero de forma totalmente estéril, por minutos de manera inocente, indolente y como si pareciera que no le quisiera hacer daño a los almerienses. Tampoco ayuda que el colegiado no imparta justicia. Los azules volvieron a quedarse con diez por una nueva expulsión injusta. Injustísima. Tristemente el árbitro (superado por las circunstancias) volvió a ser aciago protagonista, y eso que Cristian Fernández vio el partido desde la grada. El señalado que dice Anquela.

De forma inmerecida, pero el Oviedo vuelve a fallar por méritos propios. Y encima lo hace en casa donde a estas alturas de temporada se supone que debería de haber construido ya un fortín. Un castillo inexpugnable. Pero como aquí las cosas nunca son fáciles lo que han levantado ha sido un fortaleza de arena, de papel o de cualquier otro endeble material que se les ocurra. Tan frágil que hasta el abúlico ataque almeriense puede derribarla. Una jornada más y el Oviedo, lamentablemente, sigue sin encontrar su identidad. Aunque las cosas parecían que estaban cambiando, ayer se dieron varios pasos atrás. Todos de golpe. Sergio Tejera estaba de nones y Bárcenas le puso ganas, pero sin ningún acierto. Tenía la persiana totalmente bajada, igual que muchos otros del equipo. Y encima, Anquela habla de que al Oviedo le falta clarividencia, cuando lo que no tuvo el equipo fue ninguna ambición para irse a por el partido.

Tampoco ayuda a todo esto que desde México se estén lanzando mensajes de que es necesario que el Oviedo suba ya. Es una presión a cargar sobre los hombros de los jugadores y del cuerpo técnico que, a todas luces, parece absolutamente innecesaria, fútil y que puede tener los efectos contrarios. De hecho, no es un buen comienzo en esa carrera para conseguir el ascenso, y en presencia de uno de los jefes, empezar perdiendo en casa contra el Almeria.

A mayores, ahora vienen curvas. Primero el Granada y luego el Málaga. Dos equipos que no aflojan. Dos de esos que sí que hacen bien las cosas. ¿Recuerdan?

Es difícil, pero confíen en los de Anquela.

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