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Mario Antuña

A la contra

Mario Antuña

Cuento de Navidad de Dickens

La cruda realidad de la falta de gol ennegrece la buena progresión del Sporting

De las estampas navideñas al manual de tópicos. Los sportinguistas llegaron a El Molinón con la carta a los Reyes Magos pidiendo goles y se llevaron carbón. Guardaron la misiva real y releyeron algunas de las máximas del manual de reglas básicas del fútbol: "No se puede fallar tanto", "Quien mucho perdona, lo acaba pagando". Y de la aplicación de estos conceptos básicos llegó el cargamento de decepción carbonífera, ahora que apenas se extrae ya en Asturias. Iba a ser un cuento de Navidad, y lo fue, pero de Dickens, con su cruel realismo.

"No se puede fallar tanto". Era el comentario generalizado. El partido comenzó bien. Como ya es habitual con José Alberto. Presión arriba, robo y rápidos al ataque. El Zaragoza llegaba con el sambenito de encajar goles en los primeros 15 minutos. Al Sporting le hizo falta alguno más. Exactamente 3. En el 18, Djurdjevic aprovechó un balón suelto en el área para marcar el primero, que es el segundo suyo (¡toma carbón!) y único del equipo.

Antes Djurdjevic había marrado una de esas ocasiones que hace exclamar al aficionado mil veces "¡ye pa matalu!". Solo ante el portero del Zaragoza, tras robar el balón a su compañero Nacho Méndez, al que apartó con el brazo en la frontal del área, mandó la pelota al poste. La cabalgata repleta de carbón pasó por el Enrique Castro, Quini.

Y no se sabe si es ansiedad por marcar, individualismo, precipitación, falta de puntería o simplemente de gol, o que son así. Djurdjevic vino a Gijón como el fichaje más caro de la historia a marcar goles. No a ser el gladiador capaz de morir en el césped, lo cual es encomiable, pero no basta. No fue llamado para bregar, sino para marcar. Otro tanto de lo mismo ocurre con Blackman. Ese mocetón espigado, con perfil atlético, de larga figura... ¡que no remata de cabeza! Prefiere realizar el paso del ganso para intentar llegar a una pelota en boca de gol que lanzarse a dar un testarazo. Del inglés, la verdad, poco más se puede decir, porque no ha dado para más.

Cierto es que si los dos delanteros llamados a marcar diferencias ante la portería rival fueran unos cracks, no estarían en un Sporting de Segunda y habrían encontrado mejores ofertas. José Alberto pide paciencia y perseverancia para que llegue el gol. Se las apunto en la carta a los Reyes Magos.

Pese al resultado, este Sporting no debe olvidar los importantes progresos que ha realizado de la mano de José Alberto, a quien el sábado le ganó la partida Víctor Fernández, más por viejo que por diablo. En la primera media hora de partido, en la que se marcó el gol y pudo llegar el segundo, el Sporting parecía emular la navideña película "¡Qué bello es vivir!". Viendo al equipo se podría decir ¡qué bello es jugar!

Hay motivos para creer en este renacido Sporting. Una derrota, que iba a llegar, no puede provocar de nuevo desánimo y pesimismo. Aunque el Sporting no diera sensación de poder empatar en toda la segunda mitad. Hay que seguir la estrella de José Alberto, como se siguió la de Abelardo. Y a ver si Miguel, el amigo de José Alberto, acierta en la búsqueda de otro goleador, bueno de uno...

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