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LNE FRANCISO GARCIA

Empatar lo que se ganaba y se pudo perder

El Sporting, que aguantó con ventaja hasta el 85, fue perjudicado por un gol en fuera de juego y acabó encomendándose a Mariño

Si hubiera que firmar una crónica telegráfica del partido de ayer a hora temprana vespertina, aún con la última cucharada del postre en la boca, habría que titularla así: "El Sporting empató un partido que mereció ganar pero que pudo perder". Mereció la victoria porque el Albacete, que defendía su título de imbatible en casa en lo que va de curso, anotó el gol del empate en el minuto 85 y lo hizo a beneficio de la colaboración de Peybernes y del árbitro, en distinto concurso. El central del Sporting pecó de blandengue y dejó que el molesto tábano Zozulia se la diera con queso, y el colegiado no vio que el tanque ucraniano arrancaba en posición de fuera de juego. El tanto no debió subir al marcador. El caso es que cuando la igualada parecía definitiva, el Sporting pudo acabar perdiendo porque en la locura final de tomas y dacas, de idas y venidas, Mariño volvió a ajustarse la capa de superhéroe para atajar un disparo de Bela que se colaba.

Los primeros quince minutos del partido llevaron el color blanco de la camiseta manchega. Los locales saltaron al césped con la navaja albaceteña entre los dientes. Los de José Alberto lograron sacudirse el dominio y Hernán Santana avisó en el 17 con un disparo que se fue a un palmo del poste. Cinco minutos más tarde, Djurdjevic dejó su tarjeta de visita. El balcánico se fabricó el gol a su machacona manera. Recibió un saque de banda, se acomodó, ajustó el punto de mira y engatilló desde unos 25 metros un zapatazo que se coló muy ajustado al palo. Uros pudo repetir en el 31, cuando el Sporting tomó el mando. Pero en esta ocasión, Nadal desvío el disparo del nueve rojiblanco, ayer de verde, con los pies.

Tras su buen trato copero ante el Valencia, el míster decidió dar galones de titularidad a Álvaro Jiménez, que jugó su mejor partido del curso. Incisivo, batallador, quiso la pelota y se fue a buscar a su par. Para la zaga del Albacete, el menudo extremo fue un permanente dolor de muelas. Tanto como Djurdjevic, que le dio la tarde a Gentiletti y tuvo en sus botas el gol de la jornada de haber enganchado bien, y no sólo a medias, una acrobática tijera tras un servicio lateral primoroso de Geraldes. Corría el minuto 77 y de haber entrado ese balón, que se fue alto tras botar en el suelo, las crónicas hablarían hoy de una meritoria victoria sportinguista. José Alberto movió muy pronto el banquillo, dando entrada a Traver por Carmona, muy apagado, en su versión más ciclotímica, y a su comodín, Pablo Pérez, por Santana. Los desajustes por el cambio de cromos dieron alas al Albacete, que mereció el gol en diez minutos de incesante bombardeo. La ocasión más clara, en el 69, cuando Bela disparó al palo.

El partido se volvió loco durante los últimos cinco minutos. Ambos equipos se fueron sin reparos a por la victoria, que es cosa de equipos menores resguardarse para firmar las tablas. Y ni Sporting ni Albacete se antojan escuadras del montón en una temporada que acaba de cruzar el ecuador y que sin duda va a dar todavía muchas vueltas.

Por fortuna para el cuadro sportinguista, en el 92 regresó la mano salvadora de Mariño para desviar un disparo envenenado del francés Bela, el mejor jugador del partido. Ya se echaba de menos desde estas líneas cantar loas del mejor cancerbero de la categoría.

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