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Antonio Rico

Fútbol es fútbol

Antonio Rico

Quesos, rebaños y puros

Si, como decía Ludwig Wittgenstein, los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo, entonces los límites de mi lenguaje futbolístico son también los límites de mi mundo futbolero. La escuela amplía los límites del lenguaje de los niños y, con ello, los límites de un mundo que se ensancha con cada nueva palabra aprendida. Los buenos comentaristas de fútbol como Jorge Valdano, Michael Robinson, Áxel Torres, Santiago Segurola o Maldini (Tomás Roncero no, por favor), como los buenos profesores, amplían el lenguaje de los futboleros y, así, ensanchan el mundo del fútbol más allá del "patapum p´arriba", "a por ellos, oé", "písalo", "no hay equipo pequeño", "cuando el balón no quiere entrar, no hay nada que hacer" o "jugaron como nunca y perdieron como siempre". ¿Eso significa que hay que saber de táctica y estrategia tanto como Guardiola o Capello para poder disfrutar de un partido de fútbol? Pues no. Pero es conveniente que los futboleros vayamos más allá del "arriba", "abajo", "cerca" y "lejos" del inolvidable "Barrio Sésamo".

Vale. Pero necesitamos ser aristotélicos y buscar el justo medio entre "Barrio Sésamo" y las lecciones tácticas de algunos comentaristas que son más difíciles de seguir que un capítulo del "Ser y tiempo" de Martin Heidegger. Entre Camacho y Marcos López, hay margen. No deberíamos olvidar que, por mucho que nos guste este deporte y por muy importante que sea ampliar el lenguaje futbolístico, Boskov tenía razón cuando decía eso de "fútbol es fútbol". Algunos ven "La persistencia de la memoria", una de las obras más fascinantes de Salvador Dalí, como una interpretación en clave pictórica de la Teoría de la Relatividad de Einstein, aunque el mismo Dalí (quién sabe si porque lo creía o por provocar, que era de una de sus aficiones favoritas) siempre dijo que la fuente de inspiración de su obra no fue la Teoría de la Relatividad, sino unos quesos Camembert a punto de derretirse. Algunos comentaristas futbolísticos tienden a ver complejas teorías físicas donde solo hay quesos Camembert derritiéndose al sol, pero eso no significa que las estrategias de Quique Setién sean como un queso Camembert. El final de "El ángel exterminador" de Luis Buñuel se puede interpretar de muchas maneras, pero ese rebaño de ovejas puede que solo sea eso, un rebaño de ovejas. O quizás a Buñuel le gustaban las ovejas y le pareció una buena idea terminar su espeluznante película con un rebaño de ovejas.

Me parece que algunos comentaristas cometen el mismo tipo de pecado que detectaba el gran Eduardo Galeano cundo decía que nuestra época confunde a los relojes con el tiempo, el crecimiento con el desarrollo, lo grandote con la grandeza y el paisaje con la naturaleza. Es bueno que los comentaristas amplíen nuestro lenguaje y nuestro mundo futbolístico, pero sin confundir los relojes, el crecimiento, lo grandote y el paisaje con el tiempo, el desarrollo, la grandeza y la naturaleza. La desmesurada importancia que estamos concediendo al dichoso VAR es análoga a la sofisticación en los comentarios hipertécnicos que encuentran Einsteins y crecimiento donde solo hay quesos Camembert y desarrollo. ¿Ha crecido Dembélé? No, el jugador francés ha desarrollado su juego. ¿El mal juego de Marcelo es una cuestión de física relativista? No, se trata de que un queso al sol termina derritiéndose. ¿Abelardo es un mago táctico que ha convertido al Alavés en el equipo revelación? No, Abelardo es un gran entrenador al que le gustan los rebaños que, bien situados, pueden dar una paliza al Real Madrid.

Los límites de nuestro lenguaje son los límites de nuestro mundo, pero ensanchar los límites del lenguaje y del mundo no significa que un queso sea algo más que un queso, que no es poco. Como el mismo Sigmund Freud reconocía, en la vida a veces un puro es solo un puro.

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