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José Luis Salinas

Al ritmo que dicta Berjón

El Oviedo duerme en play-off y puede soñar con cotas mayores, lo que se exige desde México

Volvió Saúl Berjón y volvió el buen fútbol, se fue y se bajó la persiana. No hay más. Y eso, pese a que su primera parte no fue para enmarcar, más bien todo lo contrario. Pero, por fin, el Oviedo vuelve a respirar al ritmo al que quiere el extremo. Aunque, de momento, haya sido a medio gas.

Berjón dejó el campo en el peor momento. Justo cuando el equipo del interior de Alicante acababa de empatar el partido y cuando comenzaba a envalentonarse. Pero una mano tan tonta como innecesaria dentro del área en el último minuto acabó por hacer justicia a los méritos de uno y otro, y los ilicitanos pagaron la inocentada. Vaya que si la pagaron. Premio mundial a la inocencia. Tanto en defensa como en ataque. Solo el más pícaro de los ilicitanos, Nino, consiguió con mucha fortuna meter a su equipo durante varios minutos en el partido. Y todo pese a que el bueno de Pacheta quiere ver fantasmas donde no los hay. La verdad que no sé qué partido ha visto para decir que los de Elche hicieron sesenta minutos buenos. Pero bueno, a lo nuestro que ya es bastante. Es verdad que durante algunos minutos los del oculto palmeral llegaron a estar contra las cuerdas, pero parecía que los azules no querían hacer daño. Otra vez con el disfraz de corderito, pero sin pezuñas. La falta de Yoel Bárcenas se notó más de lo que se preveía, y, sin el panameño, el Oviedo no fue tan fiero por las bandas como lo pintan los demás.

Arriba, a Joselu, por cierto, el fútbol, como a veces la vida, le dio una segunda oportunidad y, aunque en posición dudosísima (por no decir en claro fuera de juego) el onubense no falló. Hizo lo que quiere Anquela, que marque las pocas que tiene debido, en gran parte, a que el durísimo corsé táctico no le permite tener más.

Porque esto es para valientes. Pero no se engañen, los carbayones no lo fueron, acabaron en el área rival por pura inercia y porque físicamente estaban un punto por encima de los alicantinos. Solo cuando los azules consiguieron quitarse del cuello la soga de seda de la defensa de cinco y la nueva disposición táctica de la segunda parte permitieron tapar buena parte de las carencias del mediocampo.

Circunstancialmente, pero el Oviedo durmió ayer en play-off, el sitio donde, como mínimo, México exige estar. Y la próxima semana puede ser crucial para tratar de poder apuntalarse, por fin, en esos puestos de privilegio. Los cincuenta puntos de Anquela están ya tan cerca que el Oviedo puede poder ponerse a soñar con metas mayores. Es el momento de dar ese golpe en la mesa. De romperla.

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