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Mario Antuña

Mingas frías

Errores, bajo rendimiento y falta de implicación llevan el nuevo proyecto camino del fracaso

Es un término muy futbolístico. Lo utilizan algunos entrenadores, como es el caso de Javier Clemente, no en tono peyorativo, sino para definir un concepto de jugador o de equipo. Ése al que le falta sangre, ambición, chispa, espíritu -por encima de la calidad- para obtener ese segundo extra que separa el éxito del fracaso. ¿Podría decirse que el Sporting, con las debidas excepciones, tiene una plantilla de "mingas frías"? Vistos los últimos resultados y, en especial el de Las Palmas, lo considero muy probable.

Sporting y Las Palmas son, en esta Segunda División, almas mellizas. Tienen plantillas confeccionadas para altos vuelos y rasean en la clasificación. Pero, ¿cómo se mide el valor de una plantilla? Primero por presupuesto: los dos son de los más altos, con los límites salariales más elevados; por sueldos: si tienes para fichar, puedes pagar; por nombres: no faltan en ninguno de los dos presuntas figuras; por formar equipo: aquí fracasan ambos, aún no se ha conseguido la conjunción de jugadores y juego; por rendimiento: el fracaso es evidente, lo demuestran los puntos y el lugar en la tabla. Si es por rendimiento, el Albacete, con menos nombres, sueldos y presupuesto es ahora el rey, porque ha conseguido un equipo al que no se le ha enfriado la minga.

Qué razón tiene Torrecilla, un sabio que suele exhibir su sabiduría para lo suyo, cuando afirmaba que no se arrepentía de ningún fichaje, el problema era el rendimiento. Es obvio que en las pruebas de acceso al Sporting no hubo termómetros que midan la ebullición de un jugador con la camiseta rojiblanca.

Hay detalles que han ido dejando pistas de la frialdad de este equipo. Se le puede considerar uno de los "reanimator" de la categoría, esa capacidad de revivir o reanimar equipos medio muertos o deprimidos. O las carajas con las que inicia partidos, como en Las Palmas donde parecía que jugaban con una hora menos, o le entran en fases centrales de los encuentros. O la falta de reacción cuando se realizan cambios de jugadores o sistema. O esa incapacidad para encontrar a estas alturas un alineación tipo con un esquema de juego tras haber probado a una veintena larga de jugadores.

Dos jugadas, al inicio y al final del encuentro dejaron patente la gelidez genital de este Sporting. Las dos con jugadores recién fichados. La primera, el garrafal e inexplicable fallo de Álex Alegría, incapaz de marcar a puerta vacía. Imperdonable para un delantero que se precie. El último, el lanzamiento de falta de Ivi, con todo su equipo, incluido el portero Mariño, en el área de Las Palmas, en el último segundo, en busca de un remate; pero la pelota la estrelló en la barrera. ¡Pero bómbiala hombre, bómbiala! Atronó en Gijón y media Asturias. Con la posterior apostilla asturiana: "¡Home, no me jodas!

Este Sporting ronronea como un gato castrado por la mitad de la clasificación de Segunda, con una afición resignada a colocar el epitafio de colorín colorado este nuevo cuento (segundo proyecto Fernández-Torrecilla) se ha acabado. Y a esperar el próximo con mingas menos frías...

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