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De cabeza

El callejón del Gato

Sobre la versión del Oviedo ante el Alcorcón y sus opciones en la Liga

El Alcorcón es un equipo que te lleva al callejón del Gato y te deja a solas con tu reflejo deformado. El maestro Valle-Inclán sitúa a su personaje Max Estrella en "Luces de bohemia" frente a unos espejos deformantes en el confín de dicho callejón. Se dice que esa escena es el epicentro del esperpento como género, como estilo. Obligarte a verte peor de lo que eres para que te invada la desconfianza. Durante la primera parte del partido, el Oviedo pasó por momentos de tanta ceguera como Max Estrella. Llevaba el balón de acá para allá, se agazapaba, pero el Alcorcón le mostraba una pared contra la que rebotaban sus mejores deseos. Espesaban los madrileños el partido, jugaban como nadie al otro fútbol y quien se impacientase era quien primero iba a rendirse. Hay partidos que eluden el juego, en los que la vistosidad es un objeto superfluo. Hay partidos en los que la victoria es la suma de desgastar y de desgastarse. Varias victorias consecutivas de un equipo suelen resumirse con la palabra "racha": periodo breve de desgracia o de fortuna. Tal vez haya fortuna en que, de dos ocasiones, metas una; puede que haya fortuna en que el estratosférico cabezazo de Tejera vaya a puerta, pero no tiene la fortuna alforjas tan grandes ni renglones para demasiados matices. Las rachas se buscan, no se encuentran.

El míster Anquela habla mucho de lo importante que ha sido no perder la fe. Bolaño apela a no abandonar la tranquilidad. Me falta formación para interpretar correctamente los asuntos de fe y soy demasiado tranquilo para evaluar con perspectiva el efecto en el fútbol de la tranquilidad.

Lo cierto es que estamos en febrero y el Oviedo, además de ocupar puestos de play-off, tiene el ascenso directo a una distancia aceptable. Son palmadas en la espalda, ni siquiera una realidad pasajera. Tal vez la tranquilidad radique en ver circunstancial todo lo que está llamado a ser definitivo. Mientras tanto, el fútbol transcurre sin saber qué esquina será la próxima en doblar. Es imposible que un entrenador adivine lo que va a ocurrir con su equipo durante un encuentro porque, más que un director de escena, es el apuntador que chiva al oído del jugador que se ha quedado en blanco o le susurra el pie para que enuncie la frase del papel que le corresponde. Qué duda cabe de que el Oviedo volverá a perder algún partido. Permítanme que no me preocupe ni de mí ni de mis circunstancias. Permítanme que no me preocupe de lo que resta de temporada. Lo único importante es el cuajo de fajador que tiene al Oviedo, su estómago duro, sus rodillas de goma. No le veo muy propenso al K.O.

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