Los jugadores del Oviedo necesitaban un partido como el de la tarde de ayer en el Carlos Belmonte para evidenciar a la afición, pero sobre todo para demostrarse a sí mismos, de que sí, de que son capaces no sólo de hacer frente a los mejores equipos de la categoría si no de hacer mejor fútbol que ellos y, además, tener más ocasiones de gol, y todo ello fuera del Carlos Tartiere.

El equipo azul, por fin, jugó un partido sin grandes altibajos de principio a fin y de acuerdo al guión escrito por su técnico. El diseñó de Anquela se impuso casi siempre al de Ramis, lo que tiene un gran valor, ya que los oviedistas visitaban el campo del líder de la categoría, una categoría esta Segunda División en la que no se regala nada y todo cuesta mucho trabajo.

El Oviedo de ayer mostró una consistencia desconocida a la lo largo de lo que va de temporada. Incluso dio más sensación de equipo que los castellano-manchegos en muchos periodos del encuentro, sobre todo durante la primera media hora de la segunda parte. Sólo pasó peligro en la primera fase del partido, en la que, ciertamente, Champagne evitó, gracias a sus reflejos y tranquilidad, dos claras ocasiones de gol. A partir de ahí, la defensa asturiana se asentó, se pegó a los delanteros albaceteños, que ya no se encontraron cómodos en ningún momento el resto del encuentro.

Portero y defensa azul llevan varios partidos sin cometer errores de bulto, pero también es cierto que la labor de la retaguardia se ha visto facilitada últimamente, en gran medida, por un medio del campo muy engrasado gracias a la incesante labor de los carrileros. Respeto sí, temor no. Ayer, tanto Carlos Martínez como Mossa se sumaron sin miedo en numerosas ocasiones a la ofensiva del equipo, mientras que tanto Johannesson como Bárcenas se vaciaron tanto en desmarques como en su labor en tareas de contención, hasta tal punto que tuvieron que ser sustituidos.

Quizás la gran asignatura pendiente de Anquela en estos momentos sea cómo hacer más visible la punta del ataque del equipo. Joselu sigue siendo una isla, luchando sin desmayo, eso sí, pero la mayoría de la veces en clara desventaja, en una pugna de balones por alto que no es lo suyo. Para esa labor seguro que tendrían más éxito tanto Ibra como Toché. Mientras esté Joselu como único delantero o sus compañeros rasean el balón o le continuarán llevando al estrelladero y desquiciándolo. Pero conociendo a Anquela seguro que mientras los resultados le acompañen mantendrá el dibujo táctico actual con Joselu luchando en solitario contra las defensas rivales.