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Mario Antuña

A la contra

Mario Antuña

De calculadoras y calendarios

El optimismo de poder alcanzar la promoción y las dudas que genera el realismo

La afición del Sporting es facilona. Muy crítica, pero crédula. Se agarra a cualquier tabla de salvación por carcomida que esté. Su fe no decae hasta que se apaga el último rayo de esperanza. Antes del partido de Soria, el escritor, poeta y exárbitro Javier García Cellino miraba más hacia arriba que hacia el fondo de la clasificación.

-Si ganamos al Numancia, aún hay tiempo, eh... Mira el Valladolid, el año pasado por estas fechas estaba como nosotros y subió...

-¿Tú has visto el partido contra el Rayo Majadahona? Si lo hubieras visto, no serías tan optimista.

Dicen que el pesimista es un optimista bien informado. Pese a la victoria ante el Numancia, el Sporting no se ha movido en la clasificación. Es decimosegundo, con 36 puntos, a 11 del primer puesto de la promoción, a 18 del líder de Segunda, a 10 de los puestos de descenso... En esta misma jornada, la temporada pasada, el Valladolid era noveno, tenía 42 puntos y estaba a 3 de la promoción. Hay una cierta diferencia tanto en la colocación en la clasificación como en la distancia con la promoción a Primera.

No pretendo ser agorero. Sólo poner unas gotas de realismo antes de lanzarnos a desilusionantes entusiasmos. ¿Es posible alcanzar los puestos de promoción? Los números dicen que sí, todavía hay puntos para disputar y jornadas para creer. Ojo, también se puede precipitar al abismo, aunque descartemos ahora esta posibilidad.

Las gradas se llenarán de calculadoras y calendarios. Aunque sean máquinas de contar tan rudimentarias como la primera, inventada en 1623 por Wilhelm Schickard, un artilugio de madera que permitía hacer operaciones aritméticas de forma completamente mecánica. E igual nos dará que utilicemos el calendario gregoriano, el chino o el hindú para tachar los fines de se semana de partido.

Pero, ¿por encima de la ilusión, hay argumentos para ser optimistas? Por juego, no parece. Se ganó al Numancia sin más vistosidad que los goles. El Sporting no debe seguir fiando los partidos al Juego de la Oca, de error en error y marco porque me toca. El equipo confía en no cometer tantos fallos defensivos para no encajar y que los cometa el contrario para meter goles. Es como jugar al fútbol como si fuera la ruleta rusa, pero con un revólver con el tambor cargado de balas.

También apuntaba José Alberto a la posible importancia de las rachas en el fútbol. Su mujer le dice, según él mismo reconoció, que es un entrenador de rachas y ahora le puede llegar la buena, después del cúmulo de malos resultados. Puede ser, quién sabe. Pero las rachas, como la suerte, hay que buscarlas.

¿Se puede creer?, insisto. Claro que se puede, hay números y tiempo que aprovechar. Si no mantenemos un halo de optimismo, ¿qué hacemos hasta el final de temporada?

PD: ¿Cuántas vueltas de croqueta debe dar un jugador para que sea tarjeta amarilla?

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