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De cabeza

Para Eduardo

Sobre la muerte del periodista Eduardo Rodrigálvarez

Nunca sobran las personas de las que puedes aprender. Por eso, la noticia el pasado lunes del fallecimiento de Eduardo Rodrigálvarez me causó una lógica tristeza y estupor. Rodrigálvarez era cronista del Athletic Club en el diario "El País" y de la Vuelta a España en sus diez últimas ediciones. Al parecer, llevaba ya un tiempo enfermo de cáncer. Morir siempre es encajar un gol en los minutos de descuento. Muchísimo antes de que yo comenzara a darles a ustedes la cantinela en estas páginas, ya disfrutaba y aprendía leyendo a Rodrigálvarez. Porque leer es una de las pocas actividades que te permite aprender disfrutando. Sus crónicas eran la prueba más palpable de que el deporte y el buen estilo y el respeto por el lenguaje no tienen por qué ser incompatibles. Uno llega a establecer tal vínculo con aquellos a los lee que tiene todo el sentido hablar de orfandad: cuando tu equipo pierde, conviertes los días posteriores al encuentro en los previos a la próxima jornada. Si además se va un referente como Rodrigálvarez...

Tratando de olvidar la sosera de partido que perdió el Oviedo en Son Moix, me imagino cómo contaría el de Bilbao la ocasión en que Marianín le marcó tres goles a Iríbar en el viejo San Mamés. Me gustaría invocar algo de su estilo desdramatizado y socarrón para decir que lo peor del Oviedo contra el Mallorca no fue jugar mal sino hacerlo sin un ápice de gracia. También es parte del fútbol saber jugar mal.

¿Y qué hay de la costumbre de la jerga futbolera de adoptar palabras que no pertenecen a su ámbito original, llegando a convertirse en una letanía de muletillas?

¿Y qué me dices, Eduardo, de la palabra "revolución", que fue la primera que me vino a la cabeza cuando vi la alineación del míster Anquela? ¿No tenemos la obligación de huir de los lugares comunes? ¿O deberíamos convertir lo común en insólito? ¿Cómo se llega a lograr eso en la escritura? A mí me provoca la misma sensación que cuando ves jugar a Messi: parece tan sencillo lo que es tan complicado...

¿Y qué piensas de la extinción de los extremos natos, como aquellos Argote y Dani de tu Athletic? ¿Por qué colocar a Viti, el jugador de banda más vertical que tiene el Oviedo, de lateral derecho? ¿Qué ganamos con la desaparición de los especialistas: gente que sabía hacer sólo una cosa pero que la hacía mejor que nadie? ¿Cómo pasar en menos de una semana, y me refiero a Omar Ramos, de casi marcar uno de los mejores goles de la temporada a transitar como una leve sombra sobre el césped?

Tu despedida me trae a la memoria los años en que recortaba del periódico las crónicas y artículos que me gustaban y los guardaba en carpetas. Cuando pasado el tiempo abría esas carpetas era como ver un álbum de fotos en el que asoma su coronilla la felicidad. La realidad digital y la próxima desaparición de la escritura manuscrita me abren en el estómago un agujero cada vez más grande. Hace unos días se rescataba en Oviedo el dato de que Lángara marcó cinco goles con la selección española en partido oficial. Nadie ha igualado esa marca. A Isidro os lo birlamos, qué le vamos a hacer.

Recuerda tu colega Ramón Besa en un cariñoso y necesario artículo que solías decir que "nada como la poesía para explicar el fútbol y nada como el humor para civilizarlo". No puedo estar más de acuerdo.

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