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Dos en la carrera / kilómetro 30

Hacia el derby con ambición

La continuidad en sus buenos resultados lanza a - Oviedo y Sporting, que despiertan sensaciones - diferentes en sus triunfos ante dos de los colistas

Los dos corredores asturianos de la maratón de Segunda llegan el próximo domingo a un kilómetro especial, en el que el calendario los enfrenta directamente. Oviedo y Sporting lo hacen a buen ritmo, consecuencia de sus buenos resultados en las últimas jornadas y, en particular, en la última, que los enfrentó a dos de los colistas de la categoría. Es verdad que despiertan sensaciones diferentes, pero ya se sabe que esos partidos también lo son, y en grado sumo, por lo que los antecedentes no son necesariamente fiables. Lo mejor es que los dos llegan con una ambición que trasciende la finalidad del propio enfrentamiento para plantearse objetivos más ambiciosos.

el oviedo, a la de cuatro

Ante el Nàstic el Oviedo recuperó el camino de la victoria, del que se había desviado en la jornada 27.ª tras su gran inicio de año, tan fulgurante como sostenido. Al decir que a la cuarta fue la vencida habría que añadir el matiz de que en ese intervalo tuvo que afrontar dos salidas tan complicadas como Albacete y Mallorca. En cualquier caso, para los azules retornar a la senda del triunfo era imprescindible si quería mantener sus opciones de entrar en el "play-off". Y lo ha conseguido, incluso reforzándolo. Antes del partido del domingo estaba a cuatro puntos del sexto puesto. Ahora está a solo uno.

D esde el primer mo mento. En el Nàstic tenía el Oviedo un adversario más necesitado aún que él, aunque por motivos diferentes, ya que lo del equipo catalán es intentar salir de los puestos de descenso. Necesidad por necesidad, el Oviedo se esforzó en hacer prioritaria la suya sobre el terreno. Lo dejó claro desde el primer minuto, con una doble presión, la posicional y la individual. Adelantó sus líneas y acudió con fuerza a la disputa de todos los balones, ya fuera en primera o en segunda jugada. Así se fue acercando al objetivo, aunque no tan deprisa como le hubiera gustado. A estas alturas de la temporada ya está claro que la finalización no es la mejor cualidad del equipo. Pero al menos mantuvo el balón casi siempre en el campo contrario. Hasta que le llegó la ocasión.

Un respeto para el Nàstic. Tardó bastante porque el Gimnàstic de Tarragona, como es su verdadero nombre, se hizo acreedor al respeto no solo del rival, sino de cualquier aficionado sin anteojeras. El equipo dirigido por Enrique Martín no solo se situó con acierto sobre el terreno, sino que en todo momento intentó jugar el balón desde atrás, desechando el alivio transitorio del pelotazo. Era un riesgo grande, dada la intensidad de la presión del Oviedo y que la ejercía en campo contrario, pero mantuvo ese estilo. Y estuvo a punto de tener premio. Fue en dos ocasiones. El Oviedo siempre acaba concediéndolas, con bajones circunstanciales en su intensidad. Una, al final del primer tiempo, en un córner que remató Fali y que exigió la réplica de una gran intervención de Champagne para evitar el gol. A estas alturas de la temporada hay pocas dudas sobre la trascendencia que están teniendo en los resultados del Oviedo los aciertos de su portero argentino. Por si no estaba claro con esa gran intervención del primer tiempo, Champagne volvió a evitar un gol en el segundo, cuando, con ayuda del poste, desvió un disparo de Imanol que se colaba. A la salida del consiguiente saque de esquina, y tras un rechace, Noguera remató al larguero.

Al fin, remate. Para entonces el Oviedo ya llevaba ventaja en el marcador. No lo había conseguido en el primer tiempo, pese a la amplitud de su dominio. Una vez más, le había faltado remate. Pero esta vez acabarían aportándolo quienes les correspondía hacerlo. Primero, Joselu, adelantándose con rapidez, decisión y precisión a cabecear un centro de Bárcenas desde la derecha. Le marcaba Nogueras, bastante más alto, que cometió el grave fallo de quedar quieto, esperando el balón. Cuando se dio cuenta, Joselu le había ganado la partida. El segundo goleador oviedista sería un central, como mandaban los cánones en la temporada pasada y empiezan a hacerlo últimamente. De nuevo Noguera perdió la disputa de un balón alto ante un oviedista: esta vez su colega de puesto Christian. El balón lo había puesto ahí arriba Saúl Berjón.

Vuelve el líder. Ese detalle incorporaba lo que, junto con el resultado, constituyó la mejor noticia de la mañana para el Oviedo: el regreso de quien es su jugador más determinante, por no decir su líder natural. Saúl Berjón jugó 83 minutos y no lo hizo en vano. Aunque desde una posición diferente y con una función distinta, no solo compensó, con la intención de sus pases, la ausencia de Tejera, sino que añadió detalles de la creatividad que le es exclusiva. Todavía está lejos de su mejor forma, pero dio la sensación de que avanza con rapidez hacia ella. Eso resulta esperanzador para un equipo que vuelve a ir a más y que, con la prudencia un tanto rácana que caracteriza a su entrenador, deja entrever un fondo de armario mayor del que se supondría. El último caso, el de ese Viti poderoso e intencionado que se muestra no solo dispuesto sino capaz a aprovechar todas las oportunidades que le den, sin demérito para Diegui Johannesson, que tiene en los dos a unos carrileros de largo recorrido y buena llegada. A ese Oviedo le quedan, sin duda, aspectos en que avanzar. Por ejemplo, conseguir que la mejora en las jugadas de estrategias ante la portería contraria se corresponda con otro tanto en defensa de la propia. Pero, tal como lo refrendan sus resultados, está en el buen camino.

El Sporting, como necesitaba

El Sporting logró al fin encadenar tres victorias consecutivas. Lo necesitaba por muchos motivos. El más urgente, mantener sus opciones y llegar con ellas al derby. A más necesidad, mayor satisfacción, podría decirse. La victoria en Córdoba debería, por tanto, taparlo todo, no en vano lo que cuenta en el fútbol son los resultados. Pero, aún si se echa sobre lo que fue el partido esa cortina exculpatoria, trasluce una indudable decepción. Y es que el Sporting estuvo lejos de convencer y no digamos de gustar.

Paciencia o pasividad. Llamó la atención la actitud con que el Sporting afrontó el partido. Más que tranquilidad o prudencia, parecía parsimonia o pasividad. Aunque el Córdoba se mostraba como cualquier cosa menos un rival arrollador, el Sporting renunciaba a disputarle la iniciativa y optaba por exhibir como únicas bazas los pases largos sobre Djurdjevic y Alegría o las jugadas individuales de Aitor García. Y eso suponía hacerle un favor a un rival que, en situación desesperada en la tabla de clasificación, sí que estaba necesitado. Cuando los cordobeses marcaron un gol -en fuera de juego, por cierto, aunque difícil de apreciar por el ojo humano sin la ayuda de la televisión- el Sporting quedó realmente desairado. La flojera de la defensa del Córdoba en un córner provocado por Aitor, bien sacado por Carmona y mal defendido, le permitió volver al punto de partida. Pero siguió costándole demasiado ir más allá, aunque solo fuera mostrar que iba claramente por el partido.

¿A qué juega? Desde comienzos de la temporada la pregunta que se hace un observador del Sporting es a qué juega. Esa pregunta ha sobrevivido al cambio de entrenador. Antes y después del relevo de Baraja por José Alberto López la creación de juego se ha convertido en un problema insoluble para el Sporting, que no logra ocupar con eficacia la parcela central del campo. José Alberto apuesta últimamente por Cofie, que juega por delante de la defensa, pero que no es propiamente un defensa más ni tampoco un creador de juego, pues no se ofrece para recibir ni muestra visión o repertorio para mover el balón. A Carmona y a Nacho Méndez les corresponde cubrir una zona demasiado amplia, en la que pueden perderse, si no les auxilian los laterales o les echa una mano Aitor García, que es, básicamente, un jugador de despliegue. El resultado de esta porosidad es que el Sporting, con sus centrocampistas muy separados, combina poco y mal y pierde en seguida el balón. Puede compensar esta carencia si le sale bien algún contragolpe, pero, si no acierta en el momento de la culminación, como le pasó en dos ocasiones a Djurdjevic, se queda casi sin opciones.

Un gol salvador. El partido parecía encaminarse hacia un empate que castigaba por igual a los dos equipos. Al Sporting vino a salvarle lo que ha perdido al Córdoba en esta temporada, a lo que parece ya sin remisión posible: su endeblez defensiva, no en vano es el equipo más goleado de la categoría. La jugada crucial fue una falta contra la portería cordobesa en el minuto 80. Pablo Pérez, que acababa de salir al campo, ganó la disputa por arriba. Alegría dio un nuevo cabezazo y mandó el balón a Carmona, quien, con decisión, consiguió una media volea. Como en el gol de Peybernes en el primer tiempo, la defensa cordobesa pareció estar más de espectadora que de oponente.

Y, sin embargo, hacia arriba . Aunque no convenza, o, si se quiere, no guste, es indiscutible que el Sporting ha mejorado su posición. Los nueve puntos sumados en los tres últimos partidos le alejan de peligros y le abren una rendija, tal vez más, a la ambición. Vuelve a mirar hacia arriba. Su reto es progresar en esa dirección.

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