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Jimmy e Ibra

El fútbol, como la vida, puede acabar siendo extremadamente cruel. El oviedismo, que desde el ascenso siempre había cantado bingo en su aniversario (incluso cuando entrenaba Generelo, que ya es decir), acabó ayer soplando las velas de la tarta con lágrimas en los ojos. "Y encima acabamos con juegos artificiales", se comentaba entre la lluvia al salir del Tartiere. El empate ante Las Palmas, situación clasificatoria aparte, es el mayor sopapo que reciben los de azul en toda la temporada. Y eso que el día no pudo comenzar mejor. Las peñas animaron el cotarro: fiesta desde por la mañana en el Tartiere (ay, esos bajos, si alguien los aprovechase de verdad?) y lluvia norteña. Ambiente de partido grande (mucho isleño en la capital) y la sensación en el respetable de que el Oviedo se jugaba gran parte de las opciones de play-off contra un equipo canario que ya estaba fuera de bolos, a otra cosa. Y por méritos, seguramente el Oviedo mereció ganar ayer ante su gente.

Ibrahima, al que todo el Tartiere pide ya como titular, metió un gol y la fiesta parecía de ensueño: un bocado al play-off con un tanto de reivindicación de un secundario que quiere dejar de serlo. Sin embargo, cuando los de Anquela consiguieron lo más difícil, lo que parecía totalmente imposible, el balón se le escapó a Champagne en el 91 y las caras de euforia se tornaron a tragedia. La reacción del Tartiere, a muchos, sorprendió: "¡Nereo, Nereo!", vitoreó el estadio, mientras el meta argentino se lamentaba de un error que dejó helado incluso a Silvino, el utillero que va en manga corta aunque esté nevando.

La semana en el entorno será dura, porque da la sensación de que, justicia o injusticia aparte, al Oviedo le han vuelto a aparecer los fantasmas de los últimos cuatro años. El bache es innegable: tres jornadas sin ganar, una victoria en cinco encuentros y la sensación de que el objetivo (es el ascenso, no la permanencia) empieza a alejarse cada jornada.

La nota positiva de una noche triste oviedista es la irrupción de Jimmy. Pase lo que pase de aquí a junio el Oviedo ya tiene un nuevo centrocampista para la temporada que viene. Anquela, al que con razón siempre se le reprocha su poco tirón con los canteranos, quizá porque no ha tenido más remedio, ha apostado con éxito por el ovetense y este ha respondido. La pregunta es si habrá más "vetustianos" preparados como Jimmy, que aún no han tenido la oportunidad de volar. La nota negativa, otra vez, es que vuelve a dar la sensación de que el Oviedo, cuando ataca de verdad, hace daño de lo lindo.

Al final, en una categoría tan limitada con Segunda División, a veces basta con un poco de ambición. La ambición, por ejemplo, que pone siempre Ibrahima. El senegalés crea peligro, lucha contra viento y marea y, sobre todo, contagia. Al público y a sus compañeros. Quizá sea el agitador necesario en los ocho partidos les que quedan por delante a los azules. Porque el Oviedo, en general, necesita alegría, liderazgo y gente valiente. Sin ambición, no hay play-off que valga.

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