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Antonio Rico

Fútbol es fútbol

Antonio Rico

Contra el diálogo y a favor de la parte cóncava del pan

Sobre el impacto del VAR en el juego

Ahora que el fútbol está empeñado en multiplicar los entes sin necesidad (desde el VAR a las bizantinas categorías de entrenadores y ayudantes), ya no podemos decir "fútbol es fútbol" sin dejar un rastro de románticas babas a nuestro paso. No me atreveré a proclamar que el fútbol necesita una reforma como la que llevó a cabo la orden cisterciense en el monacato medieval, restaurando la regla benedictina y promoviendo el rigor litúrgico (el intercambio de banderines al inicio de un partido y el minuto de silencio-silencio, por ejemplo), el ascetismo (en las equipaciones, en la botas y en la imagen de los futbolistas) y la importancia del trabajo, pero sí creo que el fútbol necesita ser rescatado por la sencillez de filósofos cínicos como Diógenes de Sínope.

Dicen que las únicas pertenencias de Diógenes eran un manto, un zurrón, un báculo y un cuenco, hasta que, al ver a un niño beber agua ahuecando las manos, decidió tirar el cuenco. El fútbol, como Diógenes el cínico o como un monje cisterciense, no necesita de muchas cosas. Es posible comer lentejas en la parte cóncava del pan, como hacía otro niño que sirvió de modelo a Diógenes, y también es posible jugar un partido sin que se pare el mundo cada vez que hay una jugada polémica (o no). La parte cóncava del fútbol se basta y se sobra para contener la pasión, belleza y alegría de un deporte que siempre fue encantadoramente sencillo y de línea clara, como los chistes de Eugenio y los cómics de Tintín. Manto, zurrón, báculo, pan y, si puede ser, menos diálogo en el terreno de juego.

Acabar con el fútbol de los lunes es urgente, pero terminar con las insoportables tertulias que se organizan en el terreno de juego después de cada falta en particular, y de todas las decisiones del árbitro en general, es urgentísimo. El filósofo alemán Jürgen Habermas distingue entre la razón tecnológica o instrumental, ligada al conocimiento de la naturaleza, y la razón comunicativa, que permite que nos entendamos unos con otros. Pero cuando los futbolistas rodean al árbitro para protestar una decisión olvidan que la razón comunicativa exige que para entendernos es necesario estar en un plano de igualdad. Y árbitro y futbolistas no están en un plano de igualdad.

Habermas sostiene que mediante la discusión racional podemos transformar las normas morales y políticas, renunciando así al uso de la fuerza y respetando unas reglas que todos asumen. Estupendo. Pero no en un partido de fútbol. En una discusión política, por ejemplo, los participantes deben utilizar argumentos para defender sus posturas y estar dispuestos a escuchar las críticas de los demás, respondiendo después a estas críticas también con argumentos y no con insultos o falacias. Esto ya es difícil de conseguir en un debate en el parlamento o en la televisión, pero en un partido de fútbol no es que sea difícil, es que debería estar prohibido y castigado con, por ejemplo, una tarjeta negra. Dos tarjetas negras, por hablar con el árbitro cuestionando sus decisiones, y a la calle. ¿Quién es el futbolista para decir que no fue falta, y que bla, bla, bla? El árbitro no va a cambiar de opinión, y la tertulia post-falta solo consigue que se pierda el tiempo y acabar con la paciencia de los aficionados. ¿Por qué el árbitro tiene que "dialogar" con los futbolistas? ¿Desde cuándo la función del árbitro es hacer pedagogía del fútbol? Un árbitro no es un profesor, ni un colega, ni un psicólogo, ni un asesor, ni un político. Los futbolistas no tienen competencia reconocida para discutir la decisión de un árbitro, del mismo modo que un árbitro no debe parar el juego para discutir con un futbolista si tomó o no la decisión correcta en la última jugada.

Es muy sencillo. El árbitro pita una falta al borde al área y los futbolistas se colocan inmediatamente en la distancia reglamentaria para permitir el lanzamiento de la falta. Punto. Sin tertulias, sin discusiones, sin diálogo. ¿Hay que acabar, entonces, con el diálogo y la discusión en el fútbol? Sí, pero solo en el terreno de juego. En la grada, en el bar o en el salón, la discusión es imprescindible porque es parte de la gracia del fútbol. Silencio en el campo y razón comunicativa en la grada. Ultras y fanáticos, abstenerse.

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