El fútbol es la infancia. Lo dice Ray Loriga. Y si como dice uno de sus maestros, Peter Handke, es el único momento sagrado, no es difícil atar cabos. Para el autor de "Lo peor de todo", "cuando eres adulto no puedes ir por la calle con tu cubo y tu pala para hacer castillos en la arena, ni puedes ir por la calle disfrazado de Spiderman, pero puedes llevar la camiseta de tu equipo o un balón bajo el brazo".

La infancia se asocia con una carencia de responsabilidad salvo en el juego. No hay nada más importante para un niño que jugar. La feliz paradoja está ahí: en convencer a los tuyos de que disfrutar es importante. Para mí, es una de las claves que mantiene al fútbol en el centro de interés de medio mundo.

Tal vez, una de las cosas que Sergio Egea recordó a sus jugadores es que se juega para ganar, de acuerdo, pero las victorias son más alegres en función del método escogido. Una de las mejores maneras que yo conozco de disfrutar en el fútbol es visitar más el área rival que la propia; tener al balón de tu lado: no considerarlo un enemigo.

Anquela deja un buen recuerdo en Oviedo, de eso estoy seguro. Pero si algo se le puede reprochar es que, con él, jugar al fútbol era como fichar en el trabajo. Lo asumes porque deseas lo mejor para tus colores, sin embargo, no puedes evitar pensar en generaciones y generaciones de españoles que empezaron de críos a trabajar. Cuando la necesidad aprieta, la vida incumple sus plazos; en ámbitos más holgados (y el fútbol lo es) se justifica no quitarse el traje de Spiderman aunque ya marques barriga bajo la tela elástica.

En Almería, Egea repartió cubos y palas para todos. Me imagino que a Berjón, por sus características, le diría que dónde iba con dos cubos, mejor no exagerar, no vaya a ser que volvamos a Oviedo de arena hasta las cejas. Y a Jimmy le pediría que abriera canales que domasen la pleamar y derribara los castillos ajenos. Jimmy juega al fútbol con la actitud adolescente y a la vez concienciada de un Holden Cauldfield, el protagonista de "El guardián entre el centeno". Si un libro hace biblioteca, Jimmy hace relato. El caso es que sepan leerlo las personas adecuadas: con más o menos minutos, los futbolistas de la cantera que debutaron en el primer equipo esta temporada estuvieron todos a la altura. Y el Vetusta acaba de batir el récord de puntuación de su historia.

Los finales de un relato son la consecuencia lógica del discurrir de ese relato pero el inicio, los primeros párrafos, es responsabilidad exclusiva del escritor.

Si no se tiene en cuenta hoy de que es el momento para construir el equipo desde la cantera, ¿cuándo se hará entonces? Johan Cruyff, cuando llegó al Barça como entrenador dejó muy claro su mensaje: si traigo algo de fuera que sea para marcar diferencias. El resto, con los de casa. Lo que no sospechaba entonces Cruyff es que hasta los de casa acabaron por marcar diferencias. Alérgico al sufrimiento y al juego castrense, muchas de sus ideas venían a mi mente mientras me solidarizaba con el juego industrioso del Oviedo.

Me temo que sigo tomándome en serio a Spiderman. No obstante, seamos justos. Recordemos que el fútbol se asienta en el pasado. Como la tierra, bajo su capa más visible, hay otras que la sostienen. Al bueno de Jimmy lo hizo debutar Anquela.