La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Pablo González

En territorio comanche

Pablo González

Cuestión de manoplas

Cuando los porteros son de lo mejor del equipo, algo va mal

El Sporting se dejó ayer en Mallorca buena parte de sus posibilidades de meterse en el play-off. Los resultados de las últimas semanas, incluso con los decepcionantes empates ante Nàstic y Elche, habían devuelto el pulso a los rojiblancos. Pero con el fútbol rácano, cortito y con sifón, que llevan desplegando los gijoneses desde que arrancó el campeonato, poco había a lo que agarrarse salvo a esas victorias conseguidas a base de máximo acierto, solvencia con una pizca de fortuna atrás y el milagro de Mariño de todos los días de partido.

Y eso que ayer el guion iba camino de repetirse, con Djuka marcando su golito y Mariño en plan salvador. Pero el gallego se rompió -adiós a sus milagros y ya veremos si para siempre, dado el historial de traspasos de la zona acristalada- y la flojera atrás, con varios balones francos que se comieron los centrales, dio la razón a Babin cuando dijo eso de que el Sporting no es el Milan ni en la zaga mandan un tal Maldini y Baresi. Debutó Dani Martín en Liga, llamado a ser el solitario líder de la primera línea rojiblanca, sacando una mano salvadora.

Y es en este punto, en el que los porteros suelen ser los mejores del equipo, los chamanes que atraen y repelen la lluvia a petición de la tribu, cuando hay que asumir que existe un problema. En el caso del Sporting es una clara falta de fútbol que le lleva a aferrarse a un único plan y exprimirlo hasta sus últimas consecuencias, que suelen llegar cuando los rivales le pillan el truco al mago. Es lo que suele pasar cuando las culpas van más allá de los que ejecutan el plan y pasan por el diseño, que comenzó a petardear ya en verano. Así da igual que Djuka sume once o que los porteros sean santos. Si todo es cuestión de manoplas, las cuentas no salen.

Compartir el artículo

stats