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Nada es imposible (en Anfield)

Los tiempos presentes se narran por medio de esloganes y tuits. Pero la vida es algo más que esas cuatro frases, algunas muy ingeniosas. Las palabras pasan y quedan los hechos. Dentro de unos meses nadie recordará las que acompañaron las fotos de Pedro Sánchez en carteles electorales: "Haz que pase", una frase que sorprendió, relativamente, en las urnas. Un lema que dejó grabado para siempre en goles el Liverpool. Pasó lo inexplicable. Nada es imposible en Anfield. "Impossible is nothing", otro lema publicitario que representa y alimenta esa frase mejor que nadie. Y por otra parte la afición de Anfield no se pierde en asuntos ajenos al gol. Ya se ve que eso tiene premio: una final en el Metropolitano.

En las horas previas a esta eliminatoria mítica, Klopp dejó caer que el Nou Camp no era para tanto: no es un templo. Valverde hizo esta declaración en el mismo Anfield: "Al final esto es un campo, dos porterías y veintidós intentando meter gol". Para que las frases se hagan carne, necesitan algo más, mucho más. En el fútbol todo es posible si la fe tiene piernas y cabeza para mover el balón hasta el destino final: el triunfo. Creyó el equipo "red" desde el minuto uno hasta el instante final. El rostro del míster blaugrana, encogido, estreñido, en la banda no presagiaba nada bueno. La cara es el espejo del estado anímico de una persona. Estar concentrado no es meterse debajo de la concha. Quedaban noventa minutos, más el tiempo añadido. No fue necesaria prórroga. La fe mueve montañas, otra frase siempre vigente, anterior al marketing y al eslogan ingenioso.

De regreso a las praderas cercanas, conviene tomar el ejemplo del Liverpool como un clavo ardiendo al que agarrarse. Los milagros se cumplen si se trabajan. Los ingleses, con Rafa Benítez en el banquillo, ya ganaron una Champions cuando nadie daba una libra por ellos. Remontaron tres goles -la cifra mágica- al Milán en una final que en España vivimos como propia. No suena la flauta por casualidad, conviene ayudar, soplar.

De todo esto sabe mucho el coliseo gijonés que vivió remontadas, promociones y situaciones críticas que resolvió a favor. El Molinón es, en sí mismo, nombre propio y adjetivo. Sin ser altar o templo. El Molinón ye mucho, sin complementos extraños. Tampoco las gradas tienen más fe por cantar en inglés o versiones de himnos foráneos. Todo el honor y reconocimiento para los "reds" y "Los Beatles", gracias por vuestra inspiración. Punto.

Esta semana está siendo muy intensa para los sportinguistas de cualquier tendencia: los optimistas, los pesimistas y los realistas. Más los que siempre tienen alguna cuenta pendiente con el consejo, desde Fernández (José) a Fernández (Javier). Quedan cuatro partidos que Traver considera que se pueden ganar. Si ellos tienen fe sin la mano salvadora de Mariño, los demás no tienen motivo para el pesimismo radical. Partiendo de lo imposible de la tarea, solo queda ponerse a trabajar. Los resultados llegan si se entrena más y mejor. Por cierto, Dani Martín no es manco. Tiene manos que también aportaron algún milagro a la portería rojiblanca. Si José Alberto López tiene grabado el partido de "la madre de todas las remontadas", podrá tomar nota de algunas jugadas de músculo más talento para aplicar, en versión más modesta claro, en las cuatro finales que restan. El Liverpool lo tuvo más fácil, es cierto. Solo necesitó dos partidos para tumbar al Barça, con Messi incluido. En donde empatan los rojos ingleses y los rojiblancos gijoneses es en afición entregada, a poco que le den motivos, goles y lucha. Nada es imposible en El Molinón, ni en Zaragoza, con la Mareona.

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