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José Luis Salinas

Un Oviedo en modo "Titanic"

Este final de los azules ya lo hemos visto muchas temporadas y el equipo siempre acaba estrellándose

Este final lo hemos sufrido ya muchas veces. Demasiadas ya. Es tan repetitivo que nos los sabemos de carretilla, nos sale ya sin pensarlo. Y cada temporada esto se va parece más al "Titanic". Construimos un barco (equipo) muy aparente, tope gama y tope lujo (al menos eso se vende), que durante mucho tiempo parece que va bien, sin demasiados problemas ni a babor ni a estribor, navegando con calma, pero que cuando llega la hora de la verdad es incapaz de sortear un iceberg por grande que sea. Ni lo ven llegar por el horizonte.

Esta temporada el iceberg floreció en la cálida Málaga. Curioso lugar. El mismo sitio en el que el Oviedo (reconózcanlo) se dejó las esperanzas de una temporada que parecía ilusionante. Un espejismo. Porque, aunque queden partidos la machada tendría que ser enorme y no parece ni de lejos que este equipo esté preparado para una hazaña de tales características. Sea quien sea el inquilino del banquillo, ¿alguien de verdad ve a estos jugadores capaces de ganar cuatro partidos seguidos? Pues eso.

Los azules nunca dieron sensación de poder remontar, ni, aunque en Málaga se hubiera quedado solo con el portero en el campo. Tras la expulsión de Bare debería de haber habido un bombardeo azul sobre la puerta de Munir. No lo hubo. A cambio lo único que hubo fueron unos fogonazos de balines. Por las bandas (propiedad inmutable de Berjón y Bárcenas) el Oviedo no funciona. Y así da igual que pongas en la alineación a dos que a doscientos delanteros. Si no hay nadie que les suministre balones es imposible.

El naufragio de Málaga recuerda al de otras temporadas, pero duele el doble por cómo se produce. Porque el Oviedo fue impotente contra un equipo en inferioridad numérica que llevaba siglos sin ganar un partido en casa. Porque el equipo tuvo la oportunidad en su mano y (pese al fallo temerario del penalti cometido por Ibra) fue incapaz ni de incomodar al rival, rozando el ridículo durante buena parte del partido. Porque sin tirar a puerta es imposible. Totalmente imposible.

Hay jugadores, de los que estaban llamados a ser protagonistas en esta fase final de la temporada, que han dado un bajón del tamaño del iceberg del "Titanic". Algunos, por cierto, que tienen contrato para la próxima temporada. Ese va a ser el primer marrón de Michu. Conformar un equipo -muy probablemente con unos mimbres muy distintos- que sean capaces de cambiar estos finales "hollywoodienses" que ya sabemos de memoria. Jugadores que no se desmoronen en los momentos clave. De momento, queda un mes para volver a revisionar el mismo final de siempre.

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