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¿De qué va el Sporting?

El conjunto rojiblanco no estuvo bien equipado desde el inicio de Liga

Siendo generosos podemos pensar que el Sporting llegó al campamento base; que solo le faltó oxígeno para asaltar la cima, la última cordada en la ascensión a Primera. No es verdad. No padeció solo un mal de altura. No estuvo bien equipado desde el inicio de la competición el verano pasado. Luego, sobre la marcha, rectificando, acertó en pocos tramos. Parecía coger aire, pero era únicamente un espejismo alentado por una afición que quiere -y, sobre todo, merece- ver y aplaudir un fútbol de quilates. No es mucho pedir. Lo disfrutó el Osasuna a su manera: combativa y robusta. También hasta los rojiblancos de Almería dejaron en varias jornadas, la última sin ir más lejos, detalles de equipo para algo más que mantener el tipo en la categoría. Recuerda, en cierta forma, a aquel Sporting de Abelardo: jóvenes con clase en algunas botas y mucho entusiasmo en el corazón. El Mallorca es otra muestra a tomar en consideración. Un grupo de expertos y aprendices unidos en Segunda B, ahora fortalecidos en su fe para soñar con un lugar en el podio en La Liga 1, 2, 3. Si al final no lo consiguen, a Vicente Moreno y sus jugadores nada se les podrá recriminar. Estuvieron muy por encima de las expectativas. Plantillas que van a por todas, en la dirección correcta. Otros equipos quedaron a medio hacer la temporada pasada, incluso sufrieron hasta el final. En esta fueron encontrando las piezas que necesitaban en el banquillo y en el campo. Es el caso del Albacete. El Cádiz buscando siempre el juego veloz por las alas, el mismo que le gusta a José Alberto, pero con los peones idóneos para ganar esa partida. Incluso con dos refuerzos en el mercado de invierno: Machís y Querol, ex jugador del desahuciado Reus; más una perla de la cantera, Manu Vallejo. A los gaditanos les empieza a sonreír la maldición amarilla, tan complicada de lograr en la Tacita de plata y en Villarreal. El Granada, en la ida, fue rival menor para el Sporting. En El Molinón parecía un gigante. Los de JAL ese día tuvieron la suerte de David frente a Goliat. Un golpe de fortuna derribó a un conjunto andaluz que terminará en Primera, si no vuelve a ser víctima de más desgracias.

El Deportivo ha pasado por toda clase de estados anímicos -que coincidían con lesiones de jugadores clave-, y por el rutinario e injusto cambio de entrenador, para mantener la ilusión hasta que en Riazor vuelvan a creer que tienen en liza un nuevo SuperDepor. Una mera ilusión óptica. Tienen buena plantilla, de las mejores. Eso sí, ya no están Bebeto, Mauro Silva o Donato en la convocatoria semanal. Tampoco Fran para aportar morriña autóctona. Arsenio ya se jubiló hace muchos años. Mientras sigan en esa búsqueda de El Dorado, perderán ocasión de regresar a la élite o cercanías. Como otro vecino del Norte que también vivió tiempos mejores hace 40 años, sin ir más allá o más acá. Pero por desgracia la visera de Miera no aparece por el banquillo, y los centros de Ferrero no los puede rematar de volea Quini. Tampoco está en el centro, vital, un tal Joaquín. Ese centro que tanto quieren algunos políticos y que para José Alberto es solo lugar de paso. Por cierto ¿de qué va el Sporting?

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