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Poder para humillar

La necesidad de que los hombres empaticen con nosotras para evitar casos como este

Dice Cecilia Winterfox en su libro "Feminist Current: "Es a la vez agotador y causa de distracción que se espere de una debatir cuestiones básicas con hombres que no se han tomado antes la molestia de pensar sobre su privilegio. Los hombres no tienen el derecho de esperar que las feministas les eduquen. El cambio real sólo ocurrirá cuando los hombres acepten que la responsabilidad de la educación recae sobre ellos y no sobre las mujeres".

Aun así, volveremos una vez más desde el feminismo a intentar que algunos hombres entiendan por qué sí es sexista y humillante premiar a una deportista con un kit de depilación y un vibrador, transformando un momento de reconocimiento al esfuerzo y al mérito en una burla colectiva a quienes lo recibieron y como extensión, a todas las demás.

Así que mi esfuerzo a través de este artículo es para aquellos hombres que no llegan a entenderlo muy bien, pero que sí les chirría algo, aquellos que intentan avanzar en la igualdad, aunque sea a trompicones.

Entre las dos causas posibles que han originado el conflicto, (la intencionada y la que no), he partido de la segunda, porque es evidente que con la primera no hay nada que hacer. Y mi reflexión, como la de mucha gente con la que he hablado en estos días, ha sido "¿Cómo es posible que quienes están detrás de este suceso no se hayan planteado siquiera que podía resultar ofensivo? ¿Hoy en día, que se habla más que nunca de feminismo, de alcanzar la igualdad en todos los ámbitos, que el tema está en los medios y en los debates de forma continuada? ¿Cómo es posible tanta falta de empatía? ¿Realmente vivimos en mundos tan diferentes como para que una cuestión así sea preciso explicarla?".

Por ello he pensado intentar que esos hombres que no lo entiendan, empaticen un poco con nosotras, a ver si así? Por lo que he comenzado preguntado a los hombres de mi entorno y nos hemos encontrado con la sorpresa de que difícilmente podríamos encontrar un regalo a la altura de la humillación, (un kit contra la calvicie, un alargador de pene? hay quienes proponían un gel de ducha?). Aun así, no resulta el mismo efecto. "Nos lo tomaríamos a cachondeo", me han dicho. Esperemos que al menos resulte evidente que es muy fácil con nosotras y muy difícil con ellos. No partimos del mismo lugar. Habitamos el mundo de tan diferente modo, que no existe equivalente. Creo que es evidente el privilegio masculino a este respecto.

Por lo que he seguido intentando buscar una razón para la empatía en otro lugar. Y sólo lo he encontrado, una vez más, en las mujeres, en las suyas, en este caso. ¿Recibirían del mismo modo el hecho de que lo recibiera una mujer que no conocen o que lo recibiera su mujer, o su novia? ¿Y que él estuviera allí, debajo, esperando para aplaudirla y felicitarla cuando ella recibiera su premio? ¿Vería su masculinidad expuesta y cuestionada y siendo motivo de burla colectiva? ¿Podría entonces sentir el dolor propio a través del dolor de "su mujer", la que es portadora de su honorabilidad y su masculinidad?

Es perverso que, una vez más se haga evidente que para ofender a un hombre hay que recurrir a ofender a "su pareja mujer". Espero que esta cuestión sirva también para mostrar nuevamente dónde están posicionados los privilegios. Privilegios para ofender y no ser ofendido, sino a través de otra. Espero también que haya conseguido que algunos entiendan, empaticen, a través de la reflexión traspasada por el imaginarse el dolor propio. Y empiecen a intentar entendernos y escucharnos más a menudo. Y entiendan que cuando se ofende a una, se nos está ofendiendo a todas, y no solamente a esa mujer en concreto y a "su pareja hombre".

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