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Pablo González

En territorio comanche

Pablo González

Un equipo reincidente en la intrascendencia

El fútbol del Sporting fuera de casa acaba siendo absorbido por un agujero negro

No hay manera. Consumido un cuarto de la Liga, el Sporting no es capaz de enlazar dos buenos partidos o, al menos, dos resultados óptimos que le permitan demostrar por qué comenzó la competición en el listado de equipos llamados a hacer algo grande esta temporada, la tercera consecutiva en Segunda División tras el último descenso. La primera visita en la historia a Fuenlabrada volvió a dejar claro que el Sporting es un equipo reincidente en lo malo. Poco o nada se vio del equipo -ayer el mismo once- que brilló el jueves ante el Almería. Los de José Alberto duraron media parte, cuando, sin hacer mucho, pisaron el área más de lo que suelen hacer fuera de casa. Lo que tampoco es para repartir medallas. Pasar de la nada a la casi nada no puede incluirse en el listado de méritos.

Pero ya en la segunda parte el Sporting tendió hacia el lado oscuro que tanto le atrae cuando le toca ejercer de visitante, cayó en la intrascendencia en la que se está acostumbrando a vivir cada vez que viaja y su fútbol fue absorbido por un agujero negro. Otra vez la inoperancia arriba, a la que se suma que la defensa dio demasiadas facilidades. Con ese cóctel, el Sporting volvió a repartir alegría allí por donde pasa. Ayer llevó la fiesta a Fuenlabrada, equipo que se estrena en la categoría siendo hasta ahora una de las sorpresas agradables. El Sporting acabó como una vaquilla en una capea de despedida de soltero. Una prueba más de que los escudos, las camisetas y la historia -la dorada del Sporting empieza a ser ya cuestión para arqueólogos y prehistoriadores- no ganan partidos y en ocasiones son más una losa que un estimulante.

No valen excusas como la del VAR -ese que dicen que hay partidos que es un simple decorado de cartón piedra en el que los colegiados hacen el paripé de que analizan las jugadas ya que la parte tecnológica no marcha- ni el cansancio acumulado. Ni la prima de Babin tiene argumentos para explicar el por qué los de JA desaparecen como visitante tras un partido ilusionante días atrás.

Empieza una semana (otra) en la que a la Mareona -otra vez desplazamiento masivo y regreso a casa con las orejas gachas- le tocará buscar argumentos a los que aferrarse para no perder la fe: que si queda mucho, que si hace tres semanas Las Palmas no ganaba a nadie y ahora está lanzado, que si a estas alturas en temporadas pasadas había equipos igual o peor que el Sporting y al final acabaron celebrando un ascenso, que si El Molinón acabará saliendo al rescate, que si, que si... Pero treinta puntos después, la historia se sigue repitiendo con el Sporting empeñado en demostrar que es un equipo reincidente en la intrascendencia.

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