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Y Viti colgó el cinturón

El veterano y carismático maestro judoka abandona el tatami obligado por sus problemas de espalda

Cogerá por sorpresa esta noticia a la mayoría de la familia del deporte, y del judo en particular. Incluso a la propia familia de Víctor Valle Suárez, "Viti". Y es que la decisión ha sido dura y meditada, pero inevitable. Viti Valle (Oviedo, 1959) abandona el judo en activo a los 60 años, tras 52 años en el tatami. Su maltrecha espalda le impide seguir como le gustaría, al cien por ciento. Las caídas, los agarres, la musculatura propia de este arte marcial requiere de un protocolo que las cinco intervenciones de espalda, y seis de otras dolencias, limitan. No será posible alcanzar por examen el octavo dan, como consiguió el séptimo. Ya no habrá más clases maestras. Ya no volverá a estar sentado dirigiendo a sus competidores en los campeonatos. Le queda como ilusión ver cómo los más pequeños comienzan a amar este deporte. Sí habrá magisterio en los despachos, donde los máximos dirigentes del judo español no quieren desaprovechar su veteranía, conocimientos y talante conciliador.

A los 8 años Viti entró en un tatami por primera vez y, aunque hubo un impasse desde los 12 a los 18, ese primer contacto con la colchoneta ya le transmitió su amor a primera vista por el judo. En el impasse, baloncesto en los Dominicos y en el CAU. Era alero, dicen que bueno. En el judo se inició con los hermanos Cecchini. El cambio de ubicación del gimnasio -de San Lázaro a la calle Caveda-, le dificultó seguir. Lo dejó con cinturón verde, para regresar al punto de partida, con el cinturón blanco, entonces en manos del maestro José Antonio Sánchez Gandoy, a la postre su gran amigo.

El tesón y sus buenas dotes le llevaron al cinturón negro con 21 años. Llegarían con el tiempo el tercer dan de jiu-jitsu, el segundo de sambo y el cinturón negro de defensa personal policial, defensa personal femenina y el de las federaciones internacionales de nihon ju-jitsu y tai-jitsu. Deja el judo con el séptimo dan, conseguido en el tatami junto a otro de sus grandes amigos, el psicólogo deportivo Joaquín Valdés. Fue su gran rival histórico en competición, sobre todo en las regionales. Dicen que nunca ganaba uno de ellos dos veces seguidas. Viti compitió hasta los 35 años, único requisito que puso cuando el presidente Óscar Pañeda le requirió, con 20 años, como vocal de la Federación Asturiana. Comenzó otro camino que ha marcado su vida, el de federativo. Es más, en una transición por problemas administrativos llegó su primera presidencia, con 24 años, en 1983. La vuelta de Pañeda significó una temporal salida de la Asturiana, no así de la Española, como miembro de la asamblea general.

El retorno a la territorial sería con un dirigente histórico, otro amigo, José Manuel González (1992-2006), como secretario general. Fue un periodo de apertura, de crecimiento, que tuvo su cenit con la organización en 1998 en Oviedo del Campeonato de Europa absoluto, y varios festivales internacionales de artes marciales. Esto facilitaría en 1987 la llegada a la vida del Viti directivo de otra persona clave, el entonces presidente de la Federación Española de Judo, ahora presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco, que se convirtió en un aliado, en un amigo inseparable, situación que pervive a día de hoy. Viti se apoya continuamente en Alejandro, y Alejandro cuenta sin disimulo con Viti. La salida de González de la Asturiana supone otro respiro en clave asturiana, pero no española, donde continuó como miembro de la comisión de marketing y difusión.

En 2012 dio el relevo presidencial en Asturias al árbitro internacional Jesús Verano, siendo Viti árbitro nacional. Llegaba la segunda presidencia, por consenso del judo asturiano. Esa fue la máxima de su mandato. Cuatro años marcados por la estabilidad institucional y económica, aportando también como miembro de la junta directiva nacional, consiguiendo aumentar el peso de Asturias en el judo español. Dos Copas de España para Asturias -una cadete y una junior- además de dos nacionales absolutos de kata hicieron que la motivación se agotara, cediendo el testigo en 2016 al actual presidente, José Ramón Díaz Maseda. La Federación Española le requiere entonces. No quieren desperdiciar su trayectoria y mano izquierda, y Viti sigue en España, doblando la apuesta. Es directivo, miembro de la asamblea general, de la comisión delegada, del comité de disciplina, y tiene el honor de que cuenten con él en el comité director. Esto es gracias a la confianza del presidente, Juan Carlos Barcos; del gerente, Gonzalo Taboada; y del omnipresente Alejandro Blanco.

Nadie se lo ha regalado. Sus tres masters (Alto Rendimiento, Dirección de Entidades Deportivas y Gestión), el título de grado superior deportivo en judo y defensa personal, y sobre todo los cientos de alumnos que han pasado por su docencia, le avalan. Los suyos, los del Club V Sport (Gimnasio Oviedo Sport), que fundó en Ciudad Naranco en octubre de 1996. Y eso que quería ser médico, y ejerció con su padre como maestro delineante y soldador, compaginando entrenamientos en tres gimnasios distintos. A todo esto, créanselo, a día de hoy está estudiando Derecho. Volviendo a los alumnos, al margen de los de casa, nunca olvidará el trato con los talentos de nuestro país en los comienzos del siglo XXI. De 2002 a 2007, dentro del Plan Nacional de Tecnificación, Viti formó parte del 'Plan Madrid 2012-2016', ante la expectativa de que la capital albergara unos Juegos Olímpicos.

Fue su mejor etapa en la docencia. Una etapa que se acaba, pues la espalda no da tregua. Y eso que ha probado de todo. Fisioterapia, Unidad del Dolor y operaciones. Incluso pasó por las manos del doctor Guillén, gracias a Alejandro Blanco. También la neurocirugía, con uno de los mejores, el asturiano José María Torres Campa. No queda otra salida que parar. No habrá más intentos. Habrá algo de nostalgia y hay pena. Hasta los más grandes, en todos los sentidos, deben abrazar en ocasiones este sentimiento.

¿Volverá a ponerse un judogui?. Seguro, pero como acto simbólico. En ocasiones tan emblemáticas como lo hace Shu Taira, su referente como maestro de maestros en el judo. Algo así podemos imaginar. Para su club deja legado, su ahijado Álex González, 4º dan que lleva con él 23 años, una persona cualificada para sustituirlo. Viti creó su club de judo con el único afán de formar personas, que hoy, sigan o no en la entidad, le saludan con cariño por la calle, y él se siente muy orgulloso y emocionado. Con todo esto... ¿Alguien podría tener algo en el debe, algún miedo, alguna inquietud? Pues Viti, como ser diferente que es, tiene miedo e inquietud. A cómo reaccionarán ante esta noticia su inseparable Alejandro Blanco, sus amigos cercanos y su madre Covadonga, que ya tiene 89 años. Ya sabe cómo lo habría hecho su padre, que se fue hace siete años. Le diría que siguiera. Pero no puede, en el tatami ya no puede. El camino, su camino, sigue, porque el judo es su vida. Pero el judogui lo cuelga. Gracias, Viti.

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