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Dos en la carrera / kilómetro 19

Con soltura o a trompicones

Sporting, con su juego poco convincente, y Oviedo, en franca mejoría, ponen distancia con los colistas

Los dos corredores asturianos de la maratón de Segunda consiguieron durante el kilómetro 19 el objetivo principal de mantenerse por delante del cuarteto de cola e incluso incrementar la distancia con respecto a él. Ahora están uno a cuatro pasos y otro a tres por delante del Tenerife, primero de ese cuarteto indeseado. Para ello tenían que ganar y lo consiguieron. Pero el estilo de su zancada fue muy diferente. Mientras el Oviedo corrió con soltura, el Sporting lo hizo a trompicones. Los azules ofrecieron la esperanzadora sensación de que consolidan su mejoría. El Sporting, en cambio, sigue demasiado atascado en su juego como para generar confianza.

Un molinón para sufrir

La afición rojiblanca sigue respaldando a su equipo. El Molinón Enrique Castro "Quini" registra siempre, como mínimo, una entrada decorosa. Pero quienes acuden saben que, si algo tienen garantizado, es una buena cuota de sufrimiento. A veces el padecimiento llega al extremo, que es la derrota. En otras ocasiones aparece la victoria como una compensación. Esto último fue lo que ocurrió ante la Ponferradina. Pero, no sin apuros, porque faltó poco para que la amplia y entusiasta hinchada que acompañó al equipo berciano fuera la que festejase el triunfo.

E Lo que Yuri perdonó. La Ponferradina cuenta para culminar el buen fútbol que desarrolla con un delantero milagro que es brasileño y responde por el nombre de Yuri. No es normal que a los 37 años un futbolista esté en condiciones de jugar en punta, como él, y, además, hacerlo con una eficacia que se demuestra con números. En la actual temporada Yuri llevaba marcados nueve goles. En El Molinón pudo incrementar ese registro en dos o tres más. Por suerte para el Sporting, no era su tarde. Se comenzó a ver en el minuto 27, cuando, tras un grave error de la defensa rojiblanca, recibió un balón que le permitió escaparse hacia la portería gijonesa. Mariño salió a su encuentro a la desesperada, pues el atacante lo tenía todo a favor. Pero Yuri calculó mal su vaselina y envió el balón un poco más alto de lo necesario. La bronca que surgió del graderío que ocupaba la afición local fue a medias una expresión de alivio y de reproche. Yuri les reservaba más sustos. Apenas iniciado el segundo tiempo rompió de nuevo -¡por velocidad, a sus años!- la línea defensiva gijonesa para plantarse en solitario ante Mariño. De nuevo su disparo, esta vez raso y cruzado, se marchó fuera por poquísimo. Cuando el árbitro señaló córner, los espectadores tomaron conciencia de que el motivo por el que el balón no hubiera llegado a la red no había sido por mala puntería del delantero sino por un acierto extraordinario del portero, que había llegado al balón con la punta de los dedos. En fin, en el minuto 72 Yuri se escapó una vez más, esta vez desde casi la mitad del campo para plantarse ante el portero y no acertar con la portería. Pareció que estaba, aunque por poco, en fuera de juego y tal vez, si hubiera marcado, el VAR hubiera invalidado el gol como había invalidado la expulsión de Russo a los 7 minutos al comprobar que Djurdjevic, el jugador al que había agarrado, había arrancado en fuera de juego. Cualquiera de los goles que Yuri tuvo en sus pies, y no digamos todos ellos juntos, hubieran complicado mucho el partido al Sporting. Seguramente, demasiado.

E Al fin, Djuka. Se lo arregló, en cambio, un gol de Djurdjevic, o Djuka, como pone ahora la camiseta del delantero serbio del Sporting. El suyo fue una vez más un partido porfión, con las anteojeras enfocando la portería contraria cuando logra darse la vuelta para encararla. Así fue en el minuto 74. Quien llevó el balón arriba fue Aitor García, con una decidida aceleración por la banda derecha en la que superó a un rival que le salió al paso para tener que frenar luego ante la oposición de otros tres, que le pusieron una barrera. La Ponferradina había sido cogida a la contra en esa jugada, pero, pese a ello, ya había logrado situar a seis jugadores en su zona defensiva. En cambio, por parte del Sporting, que ataca casi siempre con pocos jugadores, solo había tres. Aitor García maniobró para conservar el balón y, a falta de profundizar, se contentó con darlo a Manu García, que llegaba por el centro y que, a su vez, se lo alargó a Djurdjevic, con un defensa encima. Se encontraba unos metros fuera del área, cerca de su ángulo izquierdo según la posición de ataque. Estaba claro que intentaría tirar, aunque las posibilidades de acierto no parecían muchas, por la distancia y la situación, que concedían muchas opciones al portero. Djuka maniobró, abriéndose un poco a la derecha para quitarse de encima al defensa y tener libre el espacio hacia la portería. Y chutó. Por bajo, como le gusta, y buscando el poste contrario. No especialmente fuerte, pero sí colocadísimo. Y acertó. Caro, que tuvo tiempo sobrado para ver el balón, se tiró muy bien, estirándose lo mejor que pudo. Pero no llegó. Y el balón besó la red -¿no fue un beso?- justo al lado del poste derecho para resbalar luego hasta el fondo de la portería. Djurdjevic marcaba así su tercer gol de la temporada y el Sporting se ponía en camino de lograr una victoria que hasta ese momento, e incluso después, había parecido más que problemática, por muy necesaria que fuera.

E El ¿juego? del Sporting. En fútbol los resultados favorables lo borran todo. O casi todo, porque el triunfo del Sporting sobre la Ponferradina, con serle tan necesario, no logró desactivar la pregunta que lleva en el aire demasiado tiempo: ¿a qué juega este equipo? ¿Por qué su desprecio por los apoyos, las combinaciones, la búsqueda de la precisión, el orden? Está claro que a su entrenador le gustan las transiciones rápidas, con pocos toques y pases muy largos, algo muy difícil de conseguir si no se cuenta con intérpretes extraordinarios. Tal vez a la búsqueda de esos jugadores obedezcan los cambios, tan frecuentes últimamente, que muestran que en la plantilla hay futbolistas valiosos, como Pedro Díaz, por ejemplo, que en un entorno de juego más acogedor seguramente rendirían más. O los cambios de sistema, como el de los tres centrales, que ante la Ponferradina, cuando se aplicó al comienzo del segundo tiempo, estuvo a punto de causar un desastre. La sospecha de que el problema está en el entrenador crece partido a partido, aunque los buenos resultados, cuando se producen, la mitiguen. A las dudas que dejó el partido contra la Ponferradina, que se reflejaron en las protestas de los seguidores rojiblancos, se añadiría, además, la preocupación por la lesión de Manu García en las postrimerías del partido, que sería una baja demasiado sensible para un equipo que si algo necesita de forma especial es lo que aporta el lesionado: calidad y criterio.

El oviedo, a pleno pulmón

Tras muchas jornadas de sufrimiento al Oviedo le toca al fin respirar a pleno pulmón. Porque se trata de algo más que un alivio. Dos victorias seguidas le han sacado del pozo, que era el objetivo inmediato. Habrá que ver ahora si, liberado del agónico apremio que le atenazó durante tantos partidos, es capaz de plantearse aspiraciones. Seguro que, como cualquier equipo de la categoría que crea en ello, las tendrá a su alcance, pues en esta igualadísima Segunda División todo es posible. Más a la vista no puede estar. Si el Oviedo se atuviera la historia, hubiera dado por inútil el viaje a Alcorcón, pues siempre había perdido allí. Pero esta temporada el que pierde en Santo Domingo es el Alcorcón. Los alfareros no conocen todavía la derrota fuera de casa, pero hasta el viernes ya habían perdido cinco partidos en su propio campo. Desde la visita del Oviedo ya son seis.

E El VAR, de nuevo justo. El Oviedo no pudo tener mejor comienzo de partido. De nuevo fue Nieto el que le puso en el camino de la victoria. El lateral se está convirtiendo en la mejor arma ofensiva del equipo. Suyo fue el pase que en el minuto 10 del partido permitió a Sangalli romper la defensa alfarera para ganar la línea de fondo y desde allí aprovechar con buena cabeza y mejor temple la llegada de Borja, que, en decisión y precisión, estuvo a la altura que reclamaba la jugada. De que había sido espléndida solo tuvo un descreído, el árbitro, que señaló inicialmente fuera de juego de Sangalli. Pero, como cinco días antes en el Carlos Tartiere, el VAR hizo justicia al Oviedo. La defensa del Alcorcón no había acertado a trazar la línea del fuera de juego y el Oviedo tuvo la sagacidad y el acierto de convertirlo en una oportunidad. Lo hizo de nuevo cuatro minutos más tarde, cuando Bárcenas inició un largo desmarque en diagonal y Ortuño desde la banda fue capaz de corresponderle con un gran pase cruzado a media altura que, eludiendo no menos de cinco o seis rivales, puso al panameño de cara a la portería con el balón controlado para que lo acabara mandando a la red.

E Apenas un susto. El 0-2 ponía el partido completamente a favor del Oviedo. Pero el equipo azul está tan acostumbrado a "dar la patá a la zapica" que cuando Champagne cometió un fallo incomprensible en el saque de un córner y Boateng se aprovechó de ello -eso sí, sin celebrarlo- para estrechar aquel holgado marcador, se pudo temer que los azules pudieran ofrecer el más difícil todavía en versión negativa. No fue tal. Champagne no tendría ocasión de desquitarse porque su equipo le liberó de tal oportunidad, al neutralizar los intentos de ataque del Alcorcón. Todo el conjunto y en particular la zaga, con Arribas y Carlos Hernández muy compenetrados en la defensa de los balones altos, negaron opciones al ataque alfarero, cuyos dos únicos remates peligrosos llegarían a partir del minuto 90, con una chilena del exoviedista Ernesto, que salió ligeramente desviada, y un tiro de Sandaza que fue repelido por el poste. Pero por entonces el Oviedo ya había vuelto a situar su ventaja a una distancia a prueba de sustos.

E De nuevo Nieto. Nieto, que había puesto a su equipo en el camino de la victoria, le ayudó de forma decisiva a consolidarla. De nuevo hizo buena su conexión con Sangalli, pero esta vez para ser él quien ganara la línea de fondo en el área del Alcorcón. Allí levantó la cabeza y eligió la mejor opción. Bárcenas llegó con claridad al balón y disparó con decisión. La oposición de Laure, tirándose al suelo, solo sirvió para complicarle más las cosas a su portero, pues el balón se elevó para entrar por arriba en la portería. Bárcenas sumaba así su segundo gol en el partido y Nieto se consolidaba como un asistente de lujo.

E Sólido y ganador. Antes y después de ese gol el Oviedo había dado muestras de una llamativa solidez. Que lo más convincente fuera la eficacia del bloque no impidió que se pudiera apreciar la relevancia de algunos aspectos concretos. Ya queda señalado el acierto de la defensa, con mención especial para los centrales. Pero si Carlos Hernández y Arribas fueron muy requeridos, se debió a que el Alcorcón no fue capaz de encontrar alternativas al bombeo de balones, porque el Oviedo supo cerrarle las bandas e impedir las aproximaciones por el centro. Tejera y Jimmy -este, con un excelente final de partido- se dejaron ver más que otras veces. De Borja Sánchez quedó en Santo Domingo la impronta de jugador diferente sin dejar por ello de ser eficaz, gol incluido. Como eficaz fue Sangalli, con su rapidez y frescura, y Ortuño, con su movilidad y buenos apoyos, con los que trata de compensar su sequía goleadora, de la que el Oviedo encontró en la velocidad y la decisión de Bárcenas un sustituto eficaz. Pero lo mejor que encontró en un campo que hasta ahora le había resultado hostil fue la confirmación de que puede aspirar a lo que hace bien poco parecía una quimera: ser un equipo ganador.

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