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Mangas y capirotes

Más VAR y menos VOR

Sobre el videoarbitraje y los defectos de su aplicación en el fútbol

Nada nuevo. Como desde hace más de cien años. A esta orilla de la temporada estamos llegando con la Liga encendida y con las polémicas renovadas de casi siempre. Lo curioso en este final-principio de año es que el debate principal se centre ahora en el VAR, en su implementación, en sus restricciones y falta de aplicación. Ahí se centran los debates. ¿Por qué no se consultaron las imágenes? ¿Por qué no se acudió al VAR? ¿Por qué unas veces sí y otras no? Hasta tal punto ha llegado el caso, los ofendidos, que el portavoz, director de Relaciones Institucionales del Real Madrid, el imperturbable y exquisito de modales Butragueño, ha soltado un exabrupto: ¡es desconcertante, mecachis!

Sabido es que el principal objetivo de los arbitrajes, en la medida de lo posible, es evitar los errores humanos que pueden condicionar resultados y traer consecuencias indeseables por arriba y por abajo de la clasificación. A la queja de por qué no se consultaron las imágenes omnipresentes del VAR se responde con la repetida monserga: el protocolo sólo lo prescribe para "casos claros y manifiestos". Y la respuesta es de Perogrullo: pues que se cambie el reglamento y se pase también la lupa por las coyunturas oscuras y de dudas más que razonables. De lo contrario, lo importante será el protocolo, el mantenella y no enmendalla, el éxito de la normativa, el fracaso del arbitraje y haremos realidad aquel famoso caso médico: el enfermo ha perdido el ojo, pero la operación ha resultado un éxito. Es decir, tendremos un juicio injusto, sin argumentos ni razones, porque hemos despreciado las pruebas.

Algo raro pudiera sospecharse que hay para que no se corrija la actual situación, que tiene, por otro lado, una salida fácil que satisfaría a todos los concernidos y que ya he mencionado en alguna ocasión. Bastaría con que todos los equipos tuvieran una opción por cada tiempo y partido de obligar al árbitro a consultar las imágenes de la moviola. Es lo que ocurre en el tenis con el ojo de halcón, una práctica irreprochable. Ahí está la madre del cordero. Nadie discute la decisión de los colegiados después de haber consultado el VAR. Lo que se rechaza es que esa opción no se utilice. Hay en todo este operativo del videoarbitraje una cabina de mandos, el VOR (Video Operation Room), una sala de operaciones, una trastienda donde más de uno sospecha -no seré yo quien lo afirme- que se cocinan algunas decisiones. Abramos, pues, las ventanas. Eliminemos sombras. Demos satisfacción a los demandantes. Y en todo caso, evitemos el peligro, si lo hubiera, y no caeremos en la tentación. En conclusión: más VAR y menos VOR.

De paso, y metidos en alguna reforma constitucional del arbitraje, también convendría echarle un par de remiendos más a la prenda. Que ese puesto de mando del videoarbitraje, el VOR, esté reservado a independientes. A antiguos árbitros que no forman parte del actual comité y a personas de reconocido prestigio futbolístico. Evitaríamos así connivencias, sospechas de apoyo dentro del gremio y el "hoy por ti, mañana por mí" de lo que también se queja la feligresía.

Y por último ya, la exigencia hoy debe de ser la máxima para los colegiados de campo y los del citado VOR. Después de los futbolistas son los mejor pagados y deben de ser los más exigidos. No tapados o disculpados por su comité y la Federación de la que dependen. Son humanos. Pueden equivocarse. Pero cuando lo hacen de manera muy palmaria lo correcto sería aplicarles algún correctivo, económico o de "nevera".

En todo caso, lo que ya hace tiempo que venimos diciendo. Los sistemas, que no andan muy lejos de determinados intereses, han costado un ojo de la cara, no resuelven porcentualmente gran cosa, generan controversia y los que siempre iban arriba siguen yendo arriba. Y los de abajo, abajo. Es decir, con tecnología o sin ella, el fútbol sigue siendo el fútbol, sólo que ahora, como he dicho, nos hemos quedado tuertos con el coste. Recordemos que el árbitro, que ahora muchas veces no sabe a qué atenerse para no quedar en evidencia, sin tanta cámara, antes acertaba en el 92% de las decisiones que tomaba. El VAR, después de alargar los partidos diez minutos, el 96%. Para este viaje no hacía falta alforjas.

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