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El líder

Sobre la falta de una mano fuerte que gobierne las decisiones del Oviedo

En la promoción de ascenso de 1988, en el club azul se celebró de forma especial dos hechos que podían parecer anecdóticos: que Sánchez Arminio dirigiera el choque de vuelta en Mallorca (un árbitro con personalidad) y que este fuera televisado (en teoría, podía evitar escándalos). En la primera circunstancia tuvo que ver la mano de Vicente Miera (nexo cántabro), entrenador e ideólogo de aquel Oviedo. Y otra condición muy importante: líder. Eugenio Prieto era otro líder. El dirigente movió, mayo de 1998, los hilos necesarios para que Gamboa, pieza fundamental en el entramado defensivo, jugara el choque de vuelta de la promoción de permanencia en Las Palmas. Había sido expulsado en la ida y le habían caído 3 partidos. Una hora y media antes del choque, Apelación le concedió la cautelar. Gamboa jugó, marcó y salvó al Oviedo. También fue expulsado. Al final le cayeron 7 partidos. Pero el Oviedo seguía en Primera.

Esa influencia en los órganos federativos, esa capacidad para dirigir la nave con mano firme, esa facilidad para trasladar el mensaje al aficionado es lo que se echa de menos en el actual Oviedo. El club necesita un líder.

La entidad ha vivido suficientes episodios estrambóticos este año como para sorprenderse a estas alturas. Pero tener a un jugador en Oviedo para ser presentado y que la Liga de sopetón te limite las opciones de gasto suena a todo menos casual. Aceptando la aleatoriedad de las decisiones de la Liga (hoy, sí; mañana, no; pasado, quizás) sí queda en el aire la sensación de que al club le falta alguien capaz de descolgar el teléfono y solventar un atasco como el de Rodri. O de poner firme a quien le toque cuando el VAR te escatime un botín. Monchi (líder sevillista) puso de vuelta y media al sistema con decisiones bastante menos gravosas que las vistas en Almería.

El Oviedo necesita más personal, seguramente un director general, una línea coherente de trabajo y mayor acercamiento al socio. Pero necesita, sobre todo, un líder. Rozada, técnico más joven en el fútbol profesional, ha asumido con naturalidad llevar las riendas deportivas en la situación más complicada en los últimos tiempos. Pero lo suyo tiene que ver con el césped. Arnau ha llegado sin tiempo de adaptación para iniciar un proceso que suena bien, solventando obstáculos inesperados. Pero suficiente tiene con el galimatías del tope salarial. La mano firme, la persona que deba regir el destino del club, debe surgir de los despachos. Imposible cumplir ese rol con un océano por medio. Difícil cuando te quedas encerrado en tu país por asuntos burocráticos.

Con el equipo luchando por la supervivencia en el fútbol profesional y el club peleando por sofocar el enésimo incendio es el momento de tomar decisiones de calado. El Oviedo necesita una línea a seguir. Pero, sobre todo, demanda un líder.

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