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De cabeza

La posesión

La perseverancia del Oviedo ante el Huesca

Míchel, el técnico del Huesca, dijo después del partido contra el Oviedo que cometieron el error de no mantener la posesión del balón y que eso les costó no ganar los tres puntos. Para Míchel, que siendo jugador nunca le quemó la pelota en los pies, la posesión es el mejor camino para sacar un partido adelante. No le quitó méritos al rival, de quien reconoció que supo apretar en las disputas y hacer daño con su juego más directo. Para el oviedismo, el punto conseguido el domingo pasado fue un punto de fe, de perseverancia. A veces hay que insistir cuando no queda otro remedio o no hay otro método al que recurrir. Yo llevo ya demasiado tiempo sin decidirme por la verdadera naturaleza del Oviedo de esta temporada en cuanto a si tiene poco fútbol o más de lo que parece, entendiendo esto de tener fútbol por la capacidad para combinar y prolongar esa posesión de la que habla Míchel. Me da la impresión de que la inmensa mayoría piensa que andamos escasos. La verdad es que la inmensa mayoría siempre tiene a punto una enmienda a la totalidad. Es curioso, a pesar de declarar una y otra vez que lo importante es el resultado, ni siquiera este les satisface. Vale que el Oviedo lleva varios partidos sin ganar y no está el horno para bollos, pero si en el minuto noventa y siete empatas un partido que tenías perdido, el subidón no te lo quita nadie y pretendes vivir de él al menos hasta el lunes por la mañana. Pues no hay manera. Con sólo tomar uno de los autobuses urbanos que esperan a la salida del partido ya te baja el alivio con pinta de euforia hasta los tobillos. En el sanedrín de los malos augurios no hay nada que se salve. Es entonces el momento de hablar con tu compañera de cualquier tema lo más ajeno al fútbol que puedas encontrar o de trastear en tu teléfono móvil como si te fuera la vida en ello.

El Oviedo empató en el descuentísimo y lo hizo Ibra, un delantero del que no recuerdo la última vez que haya sido titular. Yo mismo, en estas mismas páginas, fui bastante escéptico con sus posibilidades. Y a pesar de que lo sigo siendo, me alegro (como no puede ser de otra forma) de que me quite la razón a base de goles. No tengo yo vocación de infalible y si me equivoco, me equivoco. En el fondo es una suerte equivocarse porque, en muchas ocasiones, es una manera de aprender algo nuevo. Infalibles en la grada los hay. Esos que, cuando descubren que se han equivocado con un futbolista, aún se enconan más y encuentran placer en contradecir a las evidencias y a la mayoría. A los estadios, como a tantos lugares, hay quien acude sólo por reafirmar su ego.

Mientras a Míchel le preocupa la pérdida de posesión, a Rozada le quita el sueño dejar la puerta a cero. Siempre nos pasa algo, se lamentaba. Formas de no encajar goles hay muchas: algunas, rudimentarias. Otras, más sofisticadas. Lo que hace bien el míster es transmitir confianza a pesar de las circunstancias. Sabemos que lo virtual cuenta: volvemos a estar en zona de descenso, pero, sinceramente: la jornada anterior no lo estábamos y creo que no cambia nada. Cierto que las cosas se complican, el Dépor parece que va hacia arriba como un cohete (por cierto, ¿nunca nadie en el Oviedo pensó en Fernando Vázquez? Que injusta puede ser la memoria). El reparto de la película aumenta y nunca se sabe si eso es bueno o malo. De momento, estoy de acuerdo en que la urgencia es mantener a cero la portería. Ya lo dijo Antonio Rivas allá por 2003: un equipo empieza a construirse desde atrás.

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