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Pablo Tuñón

El auténtico pilar sierense

La consolidación de Pedro Díaz para la reconquista del juego de un Sporting que toma aire pero sigue en niveles ínfimos de fútbol

Humillación, sometimiento, vergüenza, deshonra, ofensa, vejación, bochorno? A los 15.000 fieles (y ya son bastantes) que fueron el sábado a El Molinón se les agolparía en la cabeza un sinfín de sustantivos -ninguno bueno- para nombrar al tremendo baño inicial del Fuenlabrada en su primera visita a El Molinón. El equipo, que no corta la preocupante sangría de ocasiones que le generan a balón parado, sobrevivió de milagro y logró meterse en el partido de lleno merced a Pedro Díaz. El sierense, a sus 21 años y sin contar con minutos de experiencia en importantes planteles de Primera como otro compañero de su mismo concejo, está llamado a ser el pilar sobre el que sustentar la urgente reconquista del centro del campo rojiblanco.

Pedro Díaz asume responsabilidades. La primera, el balón parado. Por fin. Se acabaron los saques de esquina sin levantar un palmo del suelo. Y llegó -¡aleluya!- un gol de falta. El "brazalete viajero" del que tanto presume el Sporting en redes, bien lejos del cuero cuando toca ponerlo a funcionar de cero. Y eso que Carmona hizo uno de sus partidos más aceptables en las últimas dos temporadas: metiéndose hacia el centro y huyendo de la banda, donde hasta el lateral más lento le come por velocidad. Así se puede sacar provecho del menguante relleno que le queda a la otrora jugosa ensaimada. Le puso algo de inteligencia a su juego y acabó tornando una mayoría de pitos en una mayoría de aplausos cuando fue sustituido.

Díaz mudó de pareja en la medular. Cambió su Siero natal por Zamora. Y su nuevo compañero de fatigas, llamado a lubricar una salida de balón atascada en el brillante pasado de un fichaje estrella, hizo un partido para olvidar. Es cierto que Salvador, al menos, mira hacia adelante mucho más que el relegado Fuego, pero se perdió en un cúmulo de errores originados en romper máximas básicas del juego en su parcela, como jugar a pocos toques. Ya demostró en otras ocasiones que tiene capacidad de asumir, con solvencia, la salida de balón para conectar con líneas ofensivas, pero tiene que pulir su fútbol.

Lo de jugar con más toques de lo necesario no es exclusivo del esbelto zamorano. A Djuka le sobró uno, o quizás todos, para definir tras la brillante asistencia de un Álvaro Vázquez que dio ligeros síntomas de ser jugador recuperable para la causa. Era, quizás, jugada para resolver de primeras. Pero al César lo que es del César. Y el César siempre le perdonaría la vida al gladiador serbio. Todos aquellos que le machacan por fallar esa ocasión -por cierto, la única que le llegó en todo el partido; si la mete, su acierto hubiese sido del 100%- debían estar con la venda puesta cuando el balcánico forzó de la nada, en el enésimo balón que protege de espaldas, la falta en la frontal que significó el gol de la victoria; o cuando con su generoso esfuerzo propició la pérdida del rival que desencadenó en el mano a mano de Carmona, bien resuelto por el guardameta del Fuenlabrada. Con todas sus tarjetas y sus fallos, casi siempre aporta.

Y una última cuestión: habida cuenta de la tendencia al centro de Manu García y Carmona, con la consiguiente necesidad de laterales que, siendo solventes atrás, sean profundos en ataque? ¿No hay en todo Mareo un lateral izquierdo que, al menos, cumpla como Bogdan en la derecha? Lo de las bandas en el primer equipo es un drama que merece capítulo aparte?

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