La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

No me quitarán lo bailao

Quería dar las gracias al club, especialmente a Fernando y a Héctor, que me dieron la oportunidad hace cinco años, primero, de ser partícipe como jugador del club. Venía de una lesión importante y no me veía capacitado para ayudarles. Nunca en mi vida he intentado engañar a nadie. Soy un tío superhonrado, sincero y directo. Ya ese día les dije que no estaba para jugar, pero que estaría encantado de echar una mano al Oviedo y al baloncesto asturiano porque, aunque yo soy gallego, mi mujer es asturiana, mi hijo es asturiano, vivo en Gijón desde hace 20 años y me considero un asturiano más. Cuando vine, hace cinco años, dije que esta oportunidad era un regalo. Cinco años y medio después, me siento afortunado. No de ser primer entrenador de este club porque no me considero entrenador por vocación, sino porque me apasiona el baloncesto, enseñar, transmitir los valores que siempre he intentado inculcar a mi equipo Me siento afortunado por pertenecer a esta familia. He descubierto una gente maravillosa. Desde las altas esferas hasta Chema, el conductor del autobús, un fenómeno.

He encontrado una familia que desde el primer día hasta hoy me ha dado cariño. Yo soy muy particular en muchas facetas de la vida, un tío diferente, ni mejor ni peor que otros, pero diferente. Eso te hace ser libre para tomar tus decisiones. Nunca me he agarrado a una silla, a un puesto. Cuando era jugador me he marchado de sitios cuando no estaba a gusto porque para mí lo más importante en la vida es ser feliz. Y aquí he sido la persona más feliz a nivel profesional. Pero no por haber conseguido llegar hasta aquí como entrenador, sino porque venía cada día a Pumarín y era feliz cuando veía a la gente de la oficina. O con el público, que me ha tratado de manera maravillosa. En las buenas, que es lo fácil, y sobre todo en las malas. He sentido el cariño de todo el mundo, no ha habido una mala palabra, un comentario malintencionado.

He sentido el cariño de mi staff, que es maravilloso. He tenido un staff top, de Euroliga como yo decía. Pero no por su trabajo, que ha sido impresionante, sino por su calidad humana. Soy mil veces mejor entrenador de lo que era hace año y medio, lo cual tampoco me importa. Lo que sí me importa es que dejo aquí muchos amigos, que vendré a comer con ellos y echaremos unas risas. Así que nos quiten lo bailao. No me quitarán lo bailao, las experiencias que he pasado aquí, los momentos maravillosos, con el público, con César el de la puerta. Con gente que me ha hecho sentir feliz.

También con mis jugadores, aunque ser entrenador no es fácil. No es sencillo tener a doce jugadores contentos. Cuando van las cosas bien es mucho más llevadero. Cuando van mal es más difícil. Quiero darles también las gracias. Les dije que quería ser entrenador por dos razones: para hacer ganar al equipo, cosa que este año no he cumplido; pero sobre todo para hacerles mejores jugadores y mejores personas. Desde el baloncesto se pueden enseñar muchas cosas. Mis mayores preocupaciones no eran enseñarles el pick and roll, el bloqueo directo o indirecto, que lo he hecho, sino que reflexionasen. Me he marchado de mi casa con 14 años, llevo 28 fuera, sin ver prácticamente a mis padres. Esto me ha ayudado a reflexionar, a intentar hacer pensar a los jugadores de que la vida no es solo jugar al baloncesto, quise hacerles sentir que somos afortunados con lo que hacemos, que sobre todo debemos de ser buenas personas.

Esa es la razón por la que soy entrenador, no tengo afán por ser mejor entrenador que nadie. Ojalá el entrenador que venga haga ganar al equipo once partidos seguidos. Eso me haría muy feliz porque significaría que el Oviedo se ha salvado. Empezar de cero, aprender de los errores y ser mejor club que hace ocho meses.

Hay un gran equipo, son muy buenos jugadores, simplemente que como equipo no he sabido transmitirles los valores que para mí eran importantes. He fracasado en ese intento. No he fracasado en el día a día y tanto mi staff como yo podemos descansar tranquilos. Estoy en paz conmigo mismo, con todo el trabajo que he hecho, todo lo que aprendí con Carles Marco, las horas que dediqué a ser mejor entrenador para que cuando llegase el día tener las respuestas adecuadas para ayudar al equipo a ganar. No lo he conseguido. Hace tiempo que le dije al club que cuando en vez de la solución fuese un problema, me marchaba o llegaríamos a un acuerdo.

Ese momento ha llegado, yo creo que acertado por parte del club. La situación no arrancaba y yo soy el máximo responsable de que el equipo no gane. Por eso tengo que aceptar la decisión del club, que además es la correcta. Ya se lo dije, que me parecía perfecto porque el equipo tiene que salvarse, tiene que buscar una motivación, una cara nueva, y el mejor entrenador posible, y por encima de todo que sea el entrenador que salve al Oviedo Baloncesto.

Compartir el artículo

stats