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Adiós, papá

En esta vida estamos de paso. Suena a tópico, pero es la realidad. Una vez que nos vamos, lo único que permanece en el tiempo son los recuerdos y nuestras obras. Para mí y para mi familia: madre, hermanos, esposa, hijas... es tiempo de recuerdos, y los recuerdos, sean buenos o malos, siempre resultan dolorosos, como las despedidas, por lo que es tiempo de dolor. Después de una larga y cruel enfermedad, mi padre decidió el pasado día 20 de marzo que había cansado de luchar por continuar viviendo.

En esta vida se aprende más por lo que se vive, por lo que se ve y se mama, que por lo que te repiten aunque sea una y mil veces. De mi padre aprendí que lo único importante en esta vida es ganarse el respeto y el cariño de los que te rodean y que, para ello, la primera condición es ser buena persona, incluso por encima de las cosas materiales, que son efímeras y, aunque parezca lo contrario, más fáciles de conseguir que las primeras. Si no pensamos así, vivimos tristemente equivocados. Se trata, en el fondo de algo muy simple y egoísta: la única forma de ser realmente feliz y de, algún día, cuando llegue nuestro momento, poder morir en paz.

Me consta que mi padre fue una persona muy querida y respetada por quienes le conocieron. Siempre habló con pasión de sus amigos, que tuvo muchos. Nunca guardó rencor a nadie, de nadie hablaba mal. Dos cosas, más allá de la familia, fueron su pasión: sus amigos y el Sporting.

No pudo ser, como se dice ahora, futbolista de un solo club, cosa que en aquellos tiempos no era difícil, pues existía el llamado derecho de retención. Las circunstancias (algunos saben a qué circunstancias me refiero) le hicieron recalar durante dos temporadas en el Real Oviedo. De este club sé que guardaba igualmente grandísimos buenos recuerdos y aún mejores amigos. El Real Oviedo también es un club especial, y a mí me consta, no sólo por lo que me trasmitió mi padre, sino porque puedo decir con orgullo que pase uno de mis años de etapa juvenil como futbolista en dicho club, etapa de la que conservo buenísimos recuerdos y grandes amigos, a los que aprovecho para enviar un fuerte abrazo y dar las gracias de nuevo por sus mensajes de apoyo recibidos durante estos días.

El permanecer tantos años ligado al Sporting y ser gijonés de nacimiento le hizo a mi padre sentir el verdadero sentimiento de pertenencia al club, nunca dejó de sentirse futbolista del Sporting, incluso más allá de su retiro. Ese sentido de pertenencia va más allá de sentirse parte del club: hace que sientas que parte del club es tuyo, te pertenece; y es lógico, pues cuando formas parte de la historia del mismo estás en tu derecho de reclamar ese pequeño título de propiedad, al haber colaborado en la construcción de algo grande. Creo que él, como tantos otros, se lo merece.

No tuve la ocasión de ver jugar a mi padre, al "Piquina", pues apenas daba mis primeros pasos cuando dejó su carrera como futbolista profesional, pero sé que destacaba en esa faceta de su vida por su enorme "pegada", y así será recordado, aunque ahora soy yo el que recuerdo, con gracia, cuando nos decía, a mí y a mis hermanos, Rafa y Pablo, que esos mismos que le paraban casi a diario por la calle y le recordaban los famosos goles al Madrid o al Barcelona "desde el medio del campo", seguro que eran los mismos que le pitaban cuando sus "tiros" se iban al marcador. Cosas del fútbol.

Espero que en estos momentos esté en compañía de sus amigos, a los que tanto apreciaba y admiraba, como los futbolistas Sánchez "El Chupa" (a los que recordarán los sportinguistas más antiguos), Pepe Ortiz, Alfredo Di Stéfano, o Quini "La Bruja" (pues eso del brujo es de hace poco para acá), el periodista Manuel Sarmiento Birba (subdirector del diario deportivo As), o el entrañable escritor y cronista gijonés Juan Martín Merino "Juanele", y de otros muchos que completarían una lista interminable. De todos ellos hablaba con cariño y pasión. Descansen igualmente en paz.

Finalmente quiero expresar que mi intención con este escrito, y el de mi familia, es no sólo rendir homenaje público a mi padre, y al futbolista que pasa, junto a muchos otros, a formar parte de la historia de nuestro club, el Real Sporting de Gijón, sino al mismo tiempo agradecer todas las muestras de apoyo y condolencia que en estos duros momentos hemos recibido, ya que dadas las circunstancias por las que estamos pasando estos días resulta imposible celebrar los actos fúnebres en su compañía. No es buen momento ni para morirse como Dios manda.

Adiós Papá, siempre vivirás en el recuerdo. Espero volver a verte algún día.

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