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Franco Torre

OPINIÓN

Franco Torre

El héroe de los mil lagos

Carlos Sainz, que atesora triunfos improbables, nos emociona porque es falible y porque nunca se rinde

Los títulos engordan el palmarés, pero el aficionado recuerda las carreras. Las victorias improbables, las derrotas dolorosas, los accidentes, las remontadas. En el palmarés del Mundial de Rallies, nadie sale más que Sébastien Loeb, pero en la memoria de los aficionados el gran protagonista siempre será Carlos Sainz. Por algo el "matador" español se impuso al nonacampeón alsaciano en una reciente votación entre aficionados y expertos para elegir al mejor piloto de rallys de la historia. No es más que el reconocimiento a una carrera plagada de momentos memorables, desde el bicampeonato con aquel mítico Toyota Celica a principios de los noventa -ganado a machamartillo contra mitos como Kankkunen, Vatanen o Auriol- hasta las dolorosas frustraciones en el RAC (nunca la "pérfida Albión" lo fue tanto como en aquel otoño del 98)... Sainz corría contra todo y contra todos, retaba a los rivales, a la mecánica y al destino, resurgiendo una y otra vez, como ese héroe de las mil caras que identificó Joseph Campbell. Siempre al borde del abismo, pero pisando a fondo el acelerador, sin garantías de llegar al final. Porque si algo nos emociona de Sainz es que es falible, pero nunca se rinde. Como si llevara tatuados aquellos versos de Kipling: "...y mirar hecha trizas tu dorada quimera, para volver a forjarla con útiles mellados".

Su renacer final como piloto de raids, con su emotivo triple triunfo en el Dakar (ojo, con tres coches distintos, demostrando su bien ganada fama como desarrollador), tiene algo de justicia poética, de reivindicación postrera a un piloto que, de haber tenido una pizca más de fortuna, tendría que usar las dos manos para contar sus campeonatos WRC. Pero los títulos no lo son todo. De hecho, casi se diría que son lo de menos. La Holanda de Cruyff se ahogó en la orilla, los Sacramento Kings de Adelman nunca pudieron con los Lakers, y de Senna se recuerda más la improbable remontada en el Mónaco anegado del 84 que su irritantemente bajo número de mundiales. De Carlos Sainz, aparte de sus batallas en la arena, me quedo con su triunfo en el Rally de los Mil Lagos del 90, cuando se impuso a Ari Vatanen por solo 19 segundos, convirtiéndose en el primer piloto no nórdico en triunfar en suelo finés. Ese año ganó el mundial, pero aquellos 19 segundos le hicieron leyenda.

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