La llegada a la gestión pública de los licenciados en Ciencias de la actividad física y el deporte del INEF significó un gran paso adelante en la actividad deportiva asturiana. Sin desmerecer la labor de buenos profesionales de la gestión deportiva que no pasaron por el Instituto Nacional de Educación Física.
En 1984, el inicialmente propuesto como director regional de Deportes iba a ser Alfonso Rodríguez Allén, quien después sucedería a Llanos. Fue él mismo quien hizo la nueva propuesta: "Yo no puedo,ahora, pero os propongo a uno mucho mejor que yo". Era Manolo Llanos. La labor de Llanos fue enorme, en Gijón, en Asturias, en el Consejo Superior de Deportes y en el Comité Oloímpico Español. En seguida se manifestó como un grande entre los grandes en la gestión deportiva. Con frecuencia, terminada la jornada de trabajo visitaba los pueblos más alejados en el Principado. "Voy tarde -decía- porque la gente tiene que aviar el ganado antes de las reuniones". "Hay que poner boina a las pistas deportivas para que los guajes no se mojen". Un día el presidente Pedro de Silva nos pidió que pusiéramos en marcha un programa de apoyo a los deportistas ante la Olimpiada del 92. Lo inició Manolo Llanos. Lo continuaron Alfonso Rodríguz Allén y demás responsables del deporte asturiano hasta 1992. Asturias fue la comunidad española con más medallas olímpicas por habitante, como gustaba de recordar después Manolo Llanos.
Cuando Gómez Navarro reclamó a Manolo Llanos como asesor del Consejo Superior de Deportes, ante las malas caras que poníamos en Asturias ante una pérdida tan valiosa, el presidente del deporte nacional decidió compensar especialmente dos obras: la construcción de las nuevas piscinas del Cristo en Oviedo y el Palacio de Deportes del Piles en Gijón. Así, dio a Manolo Llanos el trato de una estrella del deporte.
Manolo Llanos era la persona más animosa del mundo. Competente, imaginativo, buen compañero. Ojalá surjan en el futuro, en Asturias, muchos gestores deportivos tan brillantes como Manolo Llanos.
