Confiado excesivamente en que la ley de la gravedad haga caer los partidos de su lado, el Madrid circuló por Cornellá peligrosamente en el alambre. Vinicius en el banquillo e Isco titular dejaban meridianamente claro que Zidane estaba por la labor de cocer a fuego lento el duelo en tierras catalanas. Todo llegaría a su tiempo, que llegó, y en taconazo excelso. ¿Se puede pedir más? Tres puntos, líderes y ver a los azulgranas por el retrovisor mientras se atisba la llegada a meta. Pues eso, ¿se puede pedir más? Parece que sí, parece que ganar por la mínima en casa del colista y tener que aguantar un asedio en los momentos finales no deja muy buenas sensaciones. La igualada pudo estar en esos instantes últimos en el flequillo de Bernardo o en un rebote sobre Marcelo que quedaron en nada más que en alguna taquicardia para los seguidores blancos (el domingo, verdosos, o así).
No todos pueden gozar de la visión de algunos ojos de lince que circulan en el mundo del fútbol.