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Y se paró el reloj

El enésimo tren perdido hacia la zona alta y las declaraciones de Djukic durante los últimos días

Al Sporting se le paró ayer el reloj de esta Liga en el último minuto del partido en Almería. Fue una derrota injusta, si la justicia se mide por ocasiones y empuje, pero a poco puede aspirar un equipo que lo único que ha hecho durante buena parte de la competición es perder trenes hacia el ascenso. Salvo milagro que, como tal, nadie espera, el duelo de ayer certificó el fracaso de una plantilla anclada en el andén de la nada, sin un referente claro y muy alejada de la excelencia que se le presupone a un club con 115 años de historia, muchas tardes de gloria y más de 20.000 socios en Segunda División.

Reza la máxima que pierde el que perdona y el Sporting se cansó ayer de indultar al Almería, que dicho de paso no aparentó ser nada del otro mundo, lo que evidencia que en la categoría de plata cualquiera con un poco de puntería puede pasearse como gallo en el corral. No estuvo especialmente lúcido el centro del campo en la nueva rotación y Álvaro Vázquez se empeñó en llevarle la contraria a la definición de delantero. Las tuvo y no acertó ni una. No es la primera vez.

La sensación a temporada fracasada llega justo después de una semana extraña a cuenta de las declaraciones que, día sí y día también, emitió Djukic, que ha pasado de ser la prudencia en persona a un exceso de locuacidad cada vez que se pone delante de los micrófonos. Quizás para quitarle presión al equipo, o a saber por qué, ha acumulado últimamente frases encriptadas, que deberá tener muy en cuenta el encargado de decidir si sigue la temporada que viene, opción que roza ahora mismo lo imposible. Empezó por echarse la culpa de la derrota en el derbi, "ya que se buscan culpables". Luego denunció "falta de positivismo" en el ambiente (como si la situación fuera para tirar cohetes) y, por último, especuló sobre su futuro cuando el equipo aún no tenía precisamente claro el suyo (desde ayer parece que sí). Erigirse a sí mismo en protagonista con el pescado sin vender ha sido una estrategia que el tiempo ha demostrado equivocada.

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