Como resumió acertadamente Ángel Cabranes, el Sporting cerró un ciclo en su encuentro en Albacete. Y no precisamente exitoso como iba anunciando, partido a partido, el discurrir de esta atípica temporada. No sería de extrañar que alguno en las plantas nobles del club esté aliviado precisamente de que la campaña sea eso, atípica. De modo que no haya posibilidad de que el sufrido aficionado exprese su decepción, cabreo, malestar o como lo quieran llamar, por la marcha de los acontecimientos en el próximo partido a disputar en El Molinón. No hará falta subir la megafonía del estadio para acallar protestas. Pero el encabronamiento (esa es la palabra ajustada) del socio de a pie está a nivel de calle. En la siempre enarbolada y socorrida Mareona se aprecian claros síntomas ahora de resaca. No es para menos. La actitud del equipo en el Carlos Belmonte y el enfoque de los cambios no auguraban nada bueno. Pasó lo que tenía que pasar. Ahora que la entrada en los play-off de ascenso ya es una quimera insostenible por lo menos está clara la marcha de algunos "sobraos". Algo de agradecer entre tanta nube negra. Olviden el capítulo de los reembolsos, o no, por los partidos pagados pero no disfrutados en ese viejo y remozado Molinón que tanto ha visto. No recuerden los despidos, los saltos de calidad que en realidad fueron al vacío, el desfile de figuras que necesitaban tiempo de adaptación. En fin, si el Fondo Norte hablara.
Estamos en la casilla de salida. Otra vez. Y nuevamente las opciones más esperanzadoras llevan la vitola de ese Mareo inagotable. Junten a esos nombres los de Mariño, Babin y algún otro veterano con alma juvenil y se podrá, recuerden a Cole Porter, "Volver a empezar".
