La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Pablo González

EN TERRITORIO COMANCHE

Pablo González

Respeto

Respeto. No, no es el título de una de las canciones más famosas de Aretha Franklin. Es la palabra clave repetida una y otra vez por la oficialidad rojiblanca -esto no incluye teléfonos rojos ni trabajos sucios de fontanería- cuando toca hablar de quién va a ser el próximo conductor de almas rojiblanco. Los habitantes de la zona abuhardillada de la casina de cristal no se salen del protocolo y aguardan a que se cierre la temporada para anunciar al nuevo entrenador. Respeto por Djukic, aunque todo el mundo sabe hace tiempo que le han tendido puente de plata para que salga de la ciudad sin hacer mucho ruido. Y el serbio, perro viejo en el oficio, es consciente de ello. Por eso no se corta un pelo cuando le toca salir a dar la cara en rueda de prensa -a ver lo que tarda Tebas en anunciar que habrá que pagar por informar- y deja caer que ha hecho todo lo que podía con lo que se encontró: un equipo diseñado para ascender que estuvo acariciando el descenso con las yemas de los dedos. Que los números están ahí (el Sporting sería tercero en su etapa) y que nadie se ha puesto en contacto con él para decirle si va poder seguir dando paseos por Gijón junto a su señora. Incluso se lo pone fácil a JF por si todos los astros se alinean, el Sporting entra en play-off y hay que renovarlo: a Djukic le parece que hay plantilla suficiente para el próximo curso, que no habría que gastar mucho. Y ofrece un consejo: renovar a Damián y Molinero. Y mientras el balcánico defiende su honor, en el vestuario se teme que tras un año sin alegrías aparezca Javi Rico con la guadaña. Veremos entonces si hay respeto.

Compartir el artículo

stats