Quienes dicen que Gijón y Oviedo empiezan a parecerse más de lo que jamás se parecieron, que, sinceramente, nunca fue mucho, puede que vayan teniendo razón. Por lo pronto, en esta semana de espera ante la llegada de los nuevos alcaldes o alcaldesas a ambas ciudades, las idas y venidas de partidos de izquierda, de pactos no deseados y deseados y de bailes de disfraces más o menos originales se parecen aquí y al sur de Pumarín. Una semana pasa volando y dentro de nada, a la vuelta del sábado, se habrán resuelto las primeras cuestiones políticas, pero quedarán muchas más por resolver, porque las elecciones generales de noviembre marcan las agendas. En una ciudad y en otra se juegan partidos parecidos, con los matices que se quieran, pero parecidos. Cada ciudad es un mundo, pero se ve que vamos hacia la uniformidad.
