No cabe la menor duda de que la puerta por la que todo entraba y media Asturias salía era El Musel. Nos internacionalizábamos gracias al puerto gijonés.
Por él salían los indianos del futuro y entraban las botellas de whisky que preocupaban a la aduana y al Cuerpo de Carabineros.
El franquismo, a favor de los alemanes e italianos y poco partidario de los aliados, cambió nombre y títulos.
El moderno bar "Darling" pasó a llamarse "Imperial"; el Hotel Savoy se convirtío en Saboya; la ensaladilla rusa en nacional; el bikini en dos piezas; el café Boulevard se rebautizó como Manacor; el Parque Japonés en Gijonés, el fútbol se tradujo como balompié y el córner como saque de esquina. Resistieron los balandros que continuaron siendo "star" y "snipe". El chigre se convirtío en sidreríay el llocántaru en bogavante.
Del vocabulario político no conocí el de antes ni el actual. Me armo un lío con "sota, caballo y rey". No sé si es cosa de política o de baraja.