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Otra maldita tarde de domingo

Ahora les toca a ellos

Lo que nos cuesta ponernos en los zapatos del más desfavorecido

Nada más salir del banco me encontré con ella. Estaba embarazada y me ofrecía un poco de romero, para la buena suerte. Antes de que pudiera responder nos intercepta un hombre de mediana edad, que le dice "hermana, este no es un barrio para ti, no deberías hacer esto". Ayer dieron una paliza a un chico entre tres personas. Entonces ella, mirando a uno y a otro, nos responde: "Pero yo soy gitana. Soy de aquí. Tendrían que estar tranquilos". Luego la conversación se tuerce hacia el avance migratorio en nuestro país, que se juzga perjudicial. Y después de algún insulto hacia los nuevos ocupantes, decido irme.

Actualmente, una de las mejores series que el espectador puede ver es "The night of". Creada por Steve Zaillian y Richard Price, parte de un asesinato a una joven estadounidense (blanca) cuyo principal sospechoso es un joven estadounidense (pakistaní). Más allá de su excelente guión y su nómina interpretativa, sorprende cómo la población negra ataca a la "india" (el origen de nuestro protagonista se confunde sin reparo), culpándola genéricamente de lo que ha ocurrido entre dos jóvenes. Lo interesante es que sea un colectivo tan desfavorecido el que ataque a otro que se está integrando, como si quisieran suplantar a su histórico verdugo al modo de "nuevos blancos", sangrando por un pasado en función del color de una raza.

Dos planteamientos para dos presentes, que ya se ve en todas partes. Dos sectores degradados -el gitano en mi caso, el negro en la serie- , que aíslan a un tercero -costarricenses o pakistaníes- sin reparo. Lo más normal, tras haber sufrido un ataque, sería evitarlo en generaciones futuras, que encontrásemos un reflejo en lo que el otro está pasando. Algo similar a lo que piensa un camarero de su último cliente, que bebe entre mesas recogidas: si hubiera trabajado en hostelería no haría eso, sabría que quiero irme a casa. Pero lo extraño del asunto es que ese cliente, el que abandona en el último momento el local, suele trabajar en el bar de enfrente. Y piensa: "Ya sé que quieren irse a casa. Pero si yo he pasado lo mío, ahora les toca a ellos".

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