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"Gürtel": corrupción y mocion de censura

La soberbia del PP y sus políticas antisociales propiciaron su caída

No merece liderar un país el Gobierno que oculta la corrupción, que engaña, que disfraza o no atiende las reivindicaciones de la calle (que se jodan), que no se arrepiente de sus propios errores ni se disculpa por ellos. Para Rajoy, el paso del tiempo se volvió clave para la solución de los problemas. Por tanto, su retórica cargada de cierta dosis de retranca y de humor gallego fue siempre que el problema del problema es el problema, A su manera se refugió en la tesis de Giuseppe Tomasi di Lampedusa: "Aquí hace falta correr cuanto uno pueda para permanecer en el mismo sitio". Con lo cual, el Partido Popular y el Gobierno de Rajoy se habían convertido, de cara a la mayoría ciudadana, en elementos perniciosos para la sociedad, causándole mucho daño en sus demandas sectoriales y particulares así como perjuicios nocivos para el conjunto del país.

Ni Rajoy ni el Partido Popular fueron conscientes de que la sentencia del "caso Gürtel" y las elevadas condenas a sus excolaboradores, exmilitantes y en materia económica al propio partido por financiación indebida, les situaba en una inevitable dimisión o, en último extremo, someterse a una moción de censura como forma regulada, legal, y de estabilidad política.

La moción de censura auspiciada por el PSOE y respaldada por el resto de los grupos políticos que configuran el Parlamento, excepto Ciudadanos, más que convertirse en un capital simbólico, mostró la fortaleza de la democracia en cuanto a sacar del banco azul a un Gobierno laboriosamente perezoso en cuanto a poner coto a la corrupción. Fuerte para echar a un Gobierno que con regulaciones laxas generó crisis de hipotecas, desahucios, trabajo precario y barato, etcétera. Un Gobierno que en vez de mostrar firmeza y rectitud con las instituciones bancarias y lobbys financieros fue sumiso ante la presión de estos grupos, que cada vez más, han convertido a la política nacional desarrollada por el PP en un juego de poder empresarial de dominio y control de recursos económicos y financieros.

El PSOE, con el apoyo de la izquierda parlamentaria, nacionalistas vascos y catalanes, más por hartazgo de éstos hacia el PP que por afinidad al PSOE, aceleraron la moción de censura y la consiguiente caída del Gobierno conservador. El Partido Popular ni ha sabido antes y sigue sin saberlo después que la única forma de predicar valores es vivir en consonancia con ellos y no caer en el fanatismo de la crispación, el insulto, la venganza y, acentuar la apocalíptica rotura de la unidad de España y la bancarrota del Estado (determinados analistas políticos definen esta prédica de Golpe de Estado Corporativo: "Devuelve un golpe más fuerte que el que recibiste").

En todos estos años tanto Rajoy como el Partido Popular han carecido de empatía hacia los demás en la creencia de que eran parte de la política autoperpetuadora, impulsando un carácter narcisista para demostrar que ellos eran los ganadores y que cuando se les aparta del poder, se les critica o se les cuestiona, se defienden con toda una batería de insultos, desprecio y acusaciones.

Pedro Sánchez, elegido legalmente presidente, (aunque no electoralmente) debe de perfilar un Gobierno y una política de consenso y de naturaleza democrática, en la línea de que los actuales y nuevos emprendedores puedan competir en igualdad de condiciones para no seguir incentivando la corrupción. Debe de apostar por el esfuerzo fundamentalmente colectivo, la oportunidad y lealtad competitiva como base de ingeniería social. Que el derecho a defenderse en igualdad de condiciones sea realidad y no quimera. Que toda tentativa razonal y racional de control parlamentario no la vea desafiante hacia su Gobierno, sino constitutiva de ejercicio democrático saludable. Que los derechos universales, sociales y laborales, sean recuperados y perpetuados para dar vitalidad al Estado de bienestar social.

Finalizo recomendando a Pedro Sánchez que no desestime a quienes con su voto en el Congreso le llevaron a la Moncloa.

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