"Las obras siguen los demás se van, otros que vienen las continuarán, la vida sigue igual", cantaba Julio Iglesias. La política cambiará, digo ahora aprovechando la coyuntura que me brinda coger pluma y papel pues cada nuevo partido en el poder busca un cambio no solo por ideas sino por lógica, ir mejorando en trabajo útil y bueno para los más; limpiar, en el buen sentido de la palabra, el ambiente quitando lo que sobra y poniendo lo que faltó, tal vez por su dificultad y algo de agotamiento del sistema.
Estamos los que lo vivimos, eso sí, con bastante tensión y algo de miedo, sabedores de tantas cosas inesperadas, no buenas para unos y tampoco buenas para otros.
Nuevos ministerios. "¡Qué gastos!", dicen los unos; los otros, más optimistas, pensamos que quizá eran necesarios y que se ocuparan de lo que estaba fuera del día a día: arte, mayor bienestar social etc.
Los artistas no tenían facilidad de salir adelante ni de poder vivir de su innegable arte (hablo de los buenos), pero también los jóvenes que aún no llegaron pero, por sus rasgos, sí son pintores, o por sus palabras cortas pero ya largas de entendimiento y espíritu, sí son escritores. Sin los cuales no se halla la belleza que es el arte, necesario en nuestras vidas, pequeñas o grandes, que no han de seguir igual sino ir adelante en el interior, que ya saldrá afuera cuando deba, cuando la vida reclame su presencia.
Pedro Sánchez, tienes el relevo, lo querías, es usted valiente, los que vivimos queremos que la vida siga; "siempre hay por quien sufrir y a quien amar", sigue Julio.
Suerte y al toro (el mapa de España), que es noble y bravío. A los no amigos de las corridas no les gustará esta frase, es una metáfora, ustedes perdonen. Sobre eso yo no opino, pero sí creo en las distintas creencias y fervores.
