Lo escribió muy claro el novelista norteamericano Ernest Hemingway: "¿Por quién doblan las campanas? Doblan por ti". Doblan también por ti, amable lector, y por mí, por todos nosotros. Cuando un hombre bueno desaparece, el mundo entero es un poco peor. Conocí a Miguel Ángel Álvarez hace muchos años, demasiados ya, pero establecí contacto con él a finales de los años 90, cuando yo era un entrenador triunfante y él un gestor incipiente que empezaba su periplo, primero como presidente del desaparecido Deportivo Gijón Balonmano y luego como presidente del Balonmano La Calzada femenino, que era un modesto club de barrio dedicado a la cantera. Desde entonces aquí ha subido mucho, Miguelín -siempre le llamé así por la diferencia de edad entre ambos- . En la distancia a la mayoría de las personas le parecía serio y formal, pero yo que le traté de cerca llegué a conocerle bien al trabajar dos años con él como gerente del Balonmano La Calzada. Puedo asegurar que en la distancia corta era cariñoso, amable, simpático y muy cercano. Miguel siempre supo organizar muy bien su vida, formó una gran familia unida y feliz con su mujer, Beatriz, y sus hijos, Pelayo, un gran estudiante, y Raquel, excelente portera de balonmano. Tuvo en el negocio a su hermano Emilio y en el club a su cuñado Diego, que es el entrenador actual. Montó un gran negocio de hostelería conocido en toda Asturias por sus delicias: tartas, bombones, pasteles, turrones... y hasta se permitió el lujo de crear una joya de la repostería local, un postre gijonés mezcla de bizcocho y turrón en competencia con los carbayones de los que tanto presumen en Oviedo.
En lo deportivo lo tuvo muy claro: siempre aspiraba a lo mejor y lo consiguió también. Desde que cogió el club y con muy pocas ayudas exteriores, como Mavi o ahora Liberbank, lo llevó a la consecución de la Copa de la Reina y el cuarto puesto de la Liga. Además, dos de sus jugadoras, la portera Renata Lais y la central Marizza Faria, fueron elegidas entre las mejores de la competición. Todo ello con el club saneado económicamente, aunque más de una vez tuvo que poner dinero de su bolsillo. Su último servicio fue dejar garantizada la continuidad a medio plazo. Tengo muy claro que desde que llegó Miguel el cielo será un lugar más dulce. Gracias por el legado que nos dejas y que la tierra te sea leve, amigo.
