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Pedro Sánchez y la inmigración

La cooperación y la solidaridad como salidas a la creciente crisis migratoria

Pedro Sánchez tomó la decisión de acercar a las costas el ya famoso barco Aquarius y dejó bien claro que, en política de movimientos migratorios, el Gobierno de España había cambiado: los derechos humanos y el respeto a la vida estaban por encima de cualquier otra consideración. Teniendo en cuenta que uno de los principales objetivos de la UE es disponer de una política de inmigración global, basada en la solidaridad con un enfoque ponderado entre la inmigración legal con la irregular.

España y la UE necesitan la inmigración como parte de su política de equilibrio demográfico y social; el problema se detecta cuando existe una inmigración ilegal que es hoy una especie suavizada de los negocios esclavistas de los siglos anteriores. El combate contra esta situación de explotación humana se basa en tres vertientes:

En primer lugar, la defensa de la vida y los derechos humanos. La visión de proteger y respetar a nuestros semejantes es la base ineludible de cualquier político que quiera gestionar una sociedad. Da igual su vertiente ideológica democrática: los derechos humanos son obligatorios. La solidaridad y compresión son básicos y, en este primer frente operativo se encuentran sin duda las fuerzas de seguridad, los equipos de salvamento y asistenciales junto a las ONG.

En segundo lugar, la ordenación e integración de la inmigración ilegal que llega a un territorio, y que, en España, aunque se nos venda que las pateras, cayucos y los barcos son el primer medio de transporte y entrada, ésta se realiza constantemente y en mayor medida por los aeropuertos españoles. La inmigración ilegal no es protagonizada exclusivamente por ciudadanos de los países magrebíes y subsaharianos, sino por ciudadanos de origen asiático y americano en gran medida. A lo que hay que sumar la cada vez mayor llegada de personas de los países del este y ex pequeñas repúblicas soviéticas. La política de integración es la mejor arma para luchar contra los abusos, atropellos y desviaciones sociales y cívicas; el objeto es que estas personas se queden aquí y ayuden al crecimiento de la economía y del bienestar de todos.

En tercer lugar debe situarse el combate policial, político y económico contra las redes de movimientos migratorios clandestinos. Una fuerte política de cooperación internacional junto la UE es fundamental en los países de origen y tránsito; pero asimismo unas políticas de control de seguridad a través de los cuerpos policiales de los países emisores, de tránsito y receptores de población es primordial;la política de asilo, de inmigración, de gestión de fronteras exteriores, de cooperación judicial en material civil y penal y la protección de datos personales tienen como actores principales a las policías europeas; un FRONTEX está bien planteando pero en la teoría tiene que ser una organización más fuerte dentro de la UE.

Pedro Sánchez ha visto que la llegada de inmigrantes a España no se acabará, sino que tendrá que transformarse de un problema a una solución en sí misma, ante una Europa que imparablemente será mestiza en poco tiempo. Si queremos que tenga visos económicos y demográficos de futuro, las iniciativas que están tomando son las acertadas. No se trata de papeles para todos, sino de ordenar un fenómeno imparable dentro de la cooperación y solidaridad.

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