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Lo que de verdad importa

La felicidad no la dan el dinero ni las posesiones, sino la honradez, la amistad, la familia y compartir con los demás

El género humano se empeña en sufrir y no dar importancia a las cosas que la tienen. Si vives en la miseria, en un país en crisis de cualquier tipo, guerras, dictadores de tres al cuarto pero que hacen mucho daño, un país con las fuerzas de la naturaleza desatadas frecuentemente, terremotos, inundaciones, tsunamis, naturalmente no tienes ni tiempo para pensar porque lo más importante en tu vida es poder sobrevivir a tantas desgracias como acaecen a tu alrededor. Y a ello dedicas tus energías: disfrutar es sobrevivir.

Entonces uno piensa en grupos de personas a las que no les falta lo esencial o a ese grupo que no sólo no le falta de nada sino que le sobra de todo, y tiende a pensar que tienen que ser felices porque tienen que apreciar lo que tienen e incluso compartir con los que no tienen. Pero nada más lejos de nuestra imaginación porque sufren sin parar y siempre quieren más. Recordemos al padre de Messi robando con la cantidad de dinero que tiene. Como este ejemplo desgraciadamente hay muchos.

El otro día vi un programa de televisión que nunca antes había visto. Trataba de casas majestuosas en Marbella, las más grandes, fastuosas y horteras que vi en mi vida. Eran todas propiedad de rusos y ucranianos que por lo visto se encuentran entre los más ricos de la zona, puesto que ya han sobrepasado a los jeques. En mi opinión son casas para enseñar y presumir pero no son nada atopadizas como diríamos los asturianos, que quiere decir que no tienes un rincón para sentarte tranquilamente con tu butaquita cómoda, tu jarrón con flores, tu música, buena luz, un lugar en donde te apetezca acurrucarte para olvidarte del mundo y encontrarte a ti misma. Habitaciones inmensas en donde hay tres zonas para sentarte, como si pudierais sentaros tres grupos de personas a la vez en el mismo sitio pero separados y en donde no te sientas nunca, ni te apetece. Dormitorios inmensos en donde tienes que sentirte muy sola y una colección de muebles a cual más caro y más hortera (cierto, es mi opinión personal), las señoras de las casas vestidas como para ir a una fiesta en ese mismo momento, pintadas como coches, inmensos tacones muy adecuados para subir y bajar los varios pisos que tienen las casas. La bella señorita que tiene la tienda exclusiva en donde compran todas y les empaqueta lo más caro y único porque no quieren nada que pueda tener el vecino. Un sofá con una correa como las del reloj, parecía de oro, imaginemos el precio y el dolor de cervicales que te dará después de estar allí cinco minutos sentada.

Resulta que la gente que vive allí es incapaz de disfrutar, primero porque tienen tal preocupación por tener lo más caro y único que lo pasan fatal porque tienen que ser las primeras en comprar. Segundo, no aprecian lo que tienen ni por su belleza ni por su comodidad porque lo quieren para epatar a otras mujeres sin cultura y sin interés como ellas. Tercero, no pueden sentarse cómodas porque van vestidas tan apretadas y exageradas que casi no se pueden mover y luego no tienen dónde. Además siempre están preocupadas porque sus hombres las dejen por otra más joven. Además, todo ese dinero huele a mafia rusa que da miedo.

Yo creo que ha llegado el momento en que enseñemos a nuestros hijos lo que de verdad importa en la vida. Los catalanes separatistas y todos los separatistas en general podrían abrirse al mundo y participar del orgullo de ser españoles además de catalanes, porque una cosa no excluye la otra y dejar que todo el mundo hable catalán y castellano y que vivan en paz y que comprendan que unidos somos más fuertes. Pero mientras se dediquen a andar a la greña, a inventar memeces como lo del pañuelo amarillo, a contar mentiras y a aburrir a todo el personal, acabarán en la ruina y arrastrándonos a ella a todos nosotros.

Lo que de verdad importa es hacer felices a los demás, sobre todo a los niños pero no a costa de darles todos los caprichos y no exigirles nada; no a costa de que estén todo el día pegados al móvil, al ipad, al ordenador, que tal como los usan no les enseñan nada. Establecer un horario inamovible para utilizar esos aparatos y quitárselos sin piedad para que aprendan a comunicarse, a hablar, a leer. Enseñarles que los verdaderos valores son la honradez, la amistad, la familia, compartir lo que se tiene, ayudar a quién lo necesita y reírse mucho, que es clave para llevar una vida mejor.

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