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El pequeño Hagen

Memoria de los que hicieron grande el concurso hípico de Las Mestas

Define el diccionario la palabra nemotecnia como "el arte de facilitar los recuerdos y desarrollar la más noble de las facultades del espíritu: la memoria". Lo que se aprende es gracias a ella, por eso uno empieza "a morir" cuando la empieza a perder. Antes de que esto me ocurra, -no muy lejos- y visto el giro negativo que sufre uno de los grandes espectáculos del veraneo gijonés por antonomasia, el Hípico , me viene a la ídem lo mucho y bueno que el Concurso fue capaz de lograr durante las últimas décadas, hasta el extremo de ser conocido como "el pequeño Hagen", situándolo tras la ciudad alemana de dicho nombre, famosa precisamente por organizar el mejor Concurso de Saltos del mundo.

No me ciega la pasión de gijonés si afirmo que a Las Mestas le cabe el honor de ser, no solo uno de los hipódromos más bonito de los circuitos (he visto muchos), sino y también, de los más antiguos de Europa, habiendo sido testigo de numerosas pruebas internacionales. Fue un escaparate donde vimos a los grandes jinetes y amazonas mundiales, mientras se incorporaban poco a poco los valores más entrañables de nuestra cantera. Medal, el binomio olímpico Honrubia-Kaua, Francisco Rodríguez, Marcel Menéndez y los recientes y destacados Sergio Álvarez Moya y Gerardo Menéndez.

Escenario y deportistas que nos emocionaron, pero sería injusto no recordar a los auténticos protagonistas que lo hicieron posible. Fueron unos pocos, mención especial (ahora que los políticos están tan denostados) para dos concejales del Ayuntamiento gijonés. El impulsor, visionario y principal protagonista, Pepe Mijares, que apostó por la hípica hace más de seis décadas, convirtiendo el prao de Las Mestas en lugar de encuentro y sana diversión.

Tras las mañanas en la playa de San Lorenzo, la tarde era para Las Mestas. Muchas generaciones de gijoneses aprendimos de memoria que había que correr a coger buen sitio cuando Goyo por los altavoces anunciaba lo de "caballo en pista Bris Bris, preparado Vergel, prevenido Fanekonig". Y ya sabíamos que en las pruebas donde participaba Goyoaga había ganador. Tan es así que los gijoneses, cuando querían dar un ejemplo de fiabilidad, decían "ye más seguru que el caballo de Goyoaga".

Mijares, que fue gran deportista -estupendo delantero centro del Sporting-, bien merece una placa en el hipódromo que recuerde su pionera labor. Más recientemente, pero también importante, fue la gestión de otro edil, Daniel Gutiérrez Granda, que apostó por el gran paso que supuso la internacionalización. Pero ahora que el Concurso se entrega a manos de empresas foráneas perdiendo identidad y prestigio, conviene agradecer lo bueno que hicieron unos pocos, más por afición a la hípica y responsabilidad que por dinero.

Cuando se habla de Goyo, los veteranos saben que fue el maestro que llegó para enseñar los "secretos" de la competición que rápidamente fueron recogidos por sus discípulos en las distintas áreas. El más veterano de los actuales, Avelino Rodríguez Miravalles, director técnico del Concurso, pasó por todos los cargos. En las secretarías, Conchita, eficaz y siempre sonriente, y Rafael Sánchez "Falo". Todo conocimiento y entrega. En la pista, Cañete, Isidro Suárez, Javier Fombella y Pablo Rodríguez. Coordinando, Salva, buen profesional. En el Comité de Apelación, Lalo Pérez, jinete campeón de España, y Pablo González Ramos, expresidente de la Federación Asturiana. Padock -las populares y emocionantes apuestas-, sin ordenadores ni máquinas especiales, dependían de sólo tres personas: Antonio Astudillo, José Barri y Fernando R. de la Flor. El presidente del Jurado era el veterano y laureado jinete José Álvarez de Bohórquez, ayudado por María Fernanda Cuervo y Elena Sánchez del Río; y el gran Mori como locutor. Este minúsculo en número pero gran equipo de personas -perdón si ya me falla la memoria y se producen olvidos- consiguió durante los últimos decenios algo muy difícil, casi increíble: que durante siete días y durante horas las televisiones de Europa vieran y estuvieran pendientes de Gijón, el pequeño Hagen, donde diariamente más de ocho mil personas llenan el recinto de Las Mestas, algo que solo ocurre en nuestra ciudad. Como simple aficionado... ¡gracias a todos ellos!

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