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Seamus Blake y el calor del jazz brasileño

El saxofonista estadounidense conquista Gijón en la apertura del Festival de Jazz

Un año más, el arranque de noviembre trae consigo una nueva edición de "Jazz Gijón", el festival que consigue acercar a nuestra región figuras de primer nivel y que congrega a los amantes de este género musical en la región. El jueves empezó la programación de pesos pesados en el teatro Jovellanos con la actuación del saxofonista Seamus Blake, que salió acompañado por un trío de músicos brasileños que compartieron protagonismo con el estadounidense a lo largo del recital. Fue un concierto de atmósfera cálida, y es que, más allá de los tópicos tropicales, durante algo más de hora y media el auditorio gijonés se convirtió en un refugio acogedor en el que la intensidad, la densidad o la delicadeza del jazz carioca arroparon al respetable.

El batería Reinaldo Santiago abrió solo el recital. Como quien templa la caja y los timbales fue construyendo un patrón estable al que se fueron incorporando el resto de músicos para dar forma a un tema de aires brasileños tanto en el ritmo plagado de síncopas como en la secuencia de acordes disminuidos. El saxo reclamó su protagonismo con solos cargados herederos del bop y un sonido potente y penetrante, pero pronto cedió el espacio a Jurandir Santana para que diera réplica con un desarrollo melódico a la guitarra que sorprendió por su particular tímbrica más cercana al sonido de un teclado.

Esta fue la tónica del concierto, una dinámica en la que predominó la intensidad y la densidad sonora y en la que los desarrollos solistas se equilibraron a la perfección con los pasajes de conjunto. Papel destacado tuvo la sección rítmico-armónica, formada por Santiago Reinaldo a la batería y Tony Cruz al contrabajo, que lejos de permanecer en un segundo plano protagonizaron numerosos pasajes y dieron muestra de una gran compenetración. La música de Seamus Blake arrolla y te lleva, te introduce en un torbellino de sonido, en una arquitectura acústica que crece por reiteración y va sumando fraseos y desarrollos motívicos subiendo la temperatura. Pero el calor no es sólo cuestión de sumar texturas, y Blake supo introducir baladas con las que dar un respiro al público y apostar por un saxo más lírico y sentimental con pasajes de notas tenidas y matices sutiles como el aire ronco con el que apagó varios temas lentos.

En el repertorio hubo temas de cosecha propia, pero también composiciones y arreglos de los músicos que acompañaron a Blake en el escenario. También hubo espacio para homenajear al guitarrista brasileño Tom Jobim o al saxofonista estadounidense Benny Golson, y todo en apenas una decena de cortes. "Way out, Willy" cerró el concierto, aunque aún quedaba una propina, cómo no, con marcada impronta brasileña. Fue un gran concierto, y el público así lo reconoció con una prolongada y sonora ovación.

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