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Presidente de la Sociedad Cultural Gijonesa

Plan de vías: ¿luz al final del túnel?

Los vaivenes políticos no pueden impedir que se demore más un proyecto esencial para el futuro de esta ciudad

Gijón y Asturias padecen un auténtico invierno demográfico, con una juventud condenada en buena medida a la emigración ante la falta de expectativas laborales y vitales, un tejido industrial que acaba de recibir un nuevo aldabonazo con la amenaza de cierre de Alcoa y una reconversión industrial que se quedó en mera promesa. Los nuevos desafíos del siglo XXI nos golpean de lleno y agravan el problema: nuevos modelos laborales que incentivan la precarización y la pérdida de derechos, problemas crónicos de contaminación y el fenómeno de las plataformas de compra digital, que vienen a agravar la crisis endémica de nuestro comercio local. La cuestión del Plan de Vías, que va camino de convertirse en el cuento de nunca acabar, se inserta en este lúgubre horizonte condicionando tanto las posibilidades económicas de nuestra ciudad, como su articulación social y urbanística.

El Gijón del siglo XXI no puede permitirse seguir fracturada por una barrera ferroviaria, ni puede permitirse unas infraestructuras de transporte que no responden en absoluto a sus necesidades y que dan una pésima imagen de un municipio que aspira a ser, y lo es ya, un importante destino turístico del norte de España. Necesitamos garantizar adecuadamente el derecho a la movilidad de las personas que han de desplazarse por el triángulo central de Asturias, entendiendo además que una adecuada vertebración de éste a través del transporte público es un formidable revulsivo socioeconómico, que ha de estar presidido en su configuración por el interés general. No podemos aceptar que los vaivenes políticos de nuestro país, lógicos en una sociedad que ha experimentado una importante transformación de su sistema de partidos a consecuencia de una honda crisis de representación, dilaten aún más el desarrollo del plan de vías en Gijón.

Hay elementos en torno a los que han de tejerse unos mínimos consensos porque son, sencillamente, cuestiones de ciudad. Y por eso es imprescindible una implicación de los diferentes protagonistas de la sociedad civil gijonesa para presionar y materializar en avances y compromisos reales las promesas que de nuevo se nos formulan, y que parecen más declaraciones de intenciones que otra cosa, desde unas instituciones que parecen resueltas a estar pasándose la pelota unas a otras con independencia de quién las ocupe. Desde la Federación de vecinos a la Unión de comerciantes, organizaciones empresariales y sindicales, pasando por las diversas asociaciones culturales y el conjunto de la ciudadanía, debemos articular una reivindicación conjunta, transversal y una movilización sostenida si no queremos que nuestra ciudad pierda definitivamente el tren y se quede a solas con su tunelón, en esta región asturiana que tiene otra de sus grandes heridas supurantes en la variante de Pajares.

Sin ánimo de vivir en el pasado, pero llamando la atención sobre la necesidad de tener memoria, en particular por lo que hace al pasado reciente, no podemos olvidar que pagamos los platos rotos de la burbuja inmobiliaria. No olvidemos que la espiral del ladrillo se expresó en Asturias y en Gijón con la fascinación por las grandes infraestructuras, al calor del sobrecoste. Ahí tenemos el Muselón, la Zalia y, también, el tunelón y este sainete del plan de vías. De aquellos ladrillos, estos atascos. Por todo ello, esperamos que la visita del ministro Ábalos sea fructífera y satisfaga las justas demandas de nuestra ciudad, y no se convierta en una parodia al más puro estilo de "Bienvenido, Mr Marshall".

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