Siempre me gustó imaginar que la vida es como un viaje en tren. El día que naces te adjudican un asiento en uno de sus vagones. Si la suerte te acompaña, será más cómodo en primera clase, si no es así, viajarás siempre con la etiqueta de turista. Con el paso de las estaciones te darás cuenta de que esto último no era lo verdaderamente importante. Lo mágico del viaje está en conectar con las personas que van subiendo y bajando de tu vagón. Con unas compartirás solo un silencio sepulcral, otras se bajarán tan rápido que no te darás ni cuenta de que iban en tu mismo vagón, sin embargo habrá personas que sepan llegar de tal manera a tu alma, que el viaje se convertirá en un hermoso intercambio de risas, cafés, historias y sueños. Vendrán estaciones frías, solitarias, cruces de vías? Serán esas estaciones donde se bajen las personas que más amas, pero ten en cuenta que tu camino sigue. El tren no se detiene. Tu viaje continúa sin saber cuál será su última estación. Te animo a entregar siempre lo mejor de ti. Tal vez algún día no compartas asiento con nadie. Aprovecha esos momentos para reflexionar y reinventarte, para cuestionarte y crecer. Coge fuerzas para estaciones venideras. Nunca sabes lo que está por llegar porque no conoces el camino. Piensa que hay gente que solo se subirá al tren por el simple hecho de que tú viajas en él. Cada palabra, cada gesto, sonrisa y abrazo harán más bonito el trayecto. Ilumina las noches con tu ternura, pinta los campos de color, haz cálidos los inviernos?Vete sembrando por todas y cada una de las estaciones por las que tienes el privilegio de pasar. Cuando llegue el revisor, en silencio y con calma, para avisarte de que estás próximo a tu destino, no tengas miedo y sonríe. Baja del tren con firmeza y alegría porque, sin duda, alguien te estará esperando con los brazos abiertos para recibirte.
