Alcalde consorte. Esas dos palabras, únicamente dos palabras que no pasan de simple chascarrillo entre las miles que se pronuncian en un Pleno municipal, desataron la furia del portavoz de Xixón Sí Puede (Podemos) el pasado martes, que se dio por aludido ante un comentario del portavoz socialista. Hasta tal punto se dio por aludido el señor Del Fueyo, que tanto él como su grupo municipal abandonaron el salón de plenos.

La reacción del señor Suárez del Fueyo puede tener múltiples explicaciones, si bien es indudable que considerar esa expresión como insulto y levantarse airadamente del Pleno, es una reacción un tanto desproporcionada, más propia de un alumno de Primaria poseído por un berrinche. Un "me enfado y no respiro" que a la gente de la calle, esa a la que él y los suyos dicen representar mejor que nadie, le resulta patético.

Más llamativa resulta la reacción cuando a lo largo de los últimos tres años y medio, incluso antes si tenemos en cuenta la precampaña, hemos tenido que escuchar todo tipo de improperios y acusaciones malintencionadas dirigidas al PSOE en general y a nuestro portavoz, José María Pérez, en particular. Quien tiene la piel tan fina, para lo suyo, debería recordar esto y tener en cuenta que los y las concejalas socialistas también tenemos familiares, personas que nos quieren y que cuando escuchan determinadas estupideces sin fundamento, se preocupan.

Qué pasó por la cabeza señor Suárez del Fueyo en el pasado Pleno sólo lo sabe él. Quizá le vino a la mente la caricatura publicada en LA NUEVA ESPAÑA en la que aparece con la señora Moriyón asida de su brazo y con trazas nupciales. Dicen que una imagen vale más que mil palabras y, aunque le fastidie al portavoz de Podemos, esa estampa simboliza la relación ha mantenido su partido con los casquistas a lo largo de estos cuatro años de mandato en el Ayuntamiento de Gijón, por mucho que ahora quieran pasar página.

Puestos a buscar explicaciones y ya que nos acercamos a las fiestas navideñas, puede que el pasado martes, durante un breve instante de tiempo, el señor Suárez del Fueyo se sintiera protagonista del Cuento de Navidad de Charles Dickens y fuera visitado por los fantasmas de Nochebuena. Puede que alguno de estos fantasmas le llevase, por ejemplo, al mes de abril de 2015, a una céntrica cafetería de la ciudad donde se enteraba por una noticia del periódico de que Vox no presentaría candidatura en Gijón y pedía el voto para Foro, porque el camino iniciado por Moriyón era el adecuado, según el propio líder de aquel partido aseguraba. Otro fantasma puede que le haya puesto en una reunión de su partido organizando un simulacro de referéndum en junio de 2015 para justificar la continuidad de la derecha de Cascos al frente del Ayuntamiento de Gijón, en lugar de participar en el acuerdo de izquierdas entre PSOE e IU. Puede que otros viajes sean más cortos en el tiempo y le hayan llevado a la última primavera en la sala de prensa del Ayuntamiento de Gijón anunciando a bombo y platillo, como si del portavoz del gobierno se tratase, que las máquinas iban a estar funcionando a principios de 2019 (a día de hoy no hay ni proyecto) en Los Pericones para la construcción del campo de fútbol femenino. O quien sabe si acabó en la sede de una asociación cultural de la ciudad donde el pasado verano Mario y sus colaboradores más cercanos prepararon la asamblea que dio al traste con la última intentona de moción de censura de la izquierda. Pero quizá el viaje más doloroso, el más cercano, haya sido el que le dejó en el Ateneo de La Calzada viendo como los y las gijonesas más necesitadas competían a la carrera para acceder a las diezmadas ayudas de la renta social, esa medida estrella que Podemos ha vendido como su gran logro del mandato y que ha acabado siendo la carrera de la miseria.

Consorte, corresponsable, copartícipe, colaborador? ¡Qué más da el nombre que se utilice! Cada cual tiene sus fantasmas y no hay que avergonzarse por ello. Huida aparte, en el Pleno del martes hubo quien dijo claramente que la ciudad había retrocedido desde 2011 y que esto tiene que cambiar. Y sí, Mario dijo que esto tenía que cambiar pero no porque estuviera peor. Hay gente con suerte. Alcaldesas también.