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Crítica / Música

Jazz-fusión desde la experiencia

Pocos lenguajes se prestan tanto a la mezcla como la música. Los parámetros de esta materia sonora pueden alinearse para construir los sólidos cimientos de un estilo y luego derribar sus muros en un abrir y cerrar de ojos diluyendo las fronteras entre géneros, lenguajes y repertorios. La fórmula parece sencilla, pero la fusión también está llena de riesgos, y un paso en falso puede convertir el resultado en un pastiche, en un engendro carente de contenido. No es cuestión de suerte; el trabajo, la experiencia y la trayectoria son aspectos que otorgan herramientas para saber hacer una buena mezcla; con estas armas afrontó Blas Fernández la creación de su proyecto "Urbanetniko" (2015), y el resultado conquistó al público gijonés en el concierto que cerró el año de "Jazz en el centro" el pasado miércoles.

El álbum de Blas Fernández apela a una etnicidad del siglo XXI, no se deja arrastrar por tópicos folklóricos vinculados a lo rural, sino que busca el diálogo con la tradición desde las músicas populares urbanas. El rock, el jazz, el blues o el funk son centrales en su propuesta, pero interactúan con sonoridades de instrumentos tradicionales como la txalaparta que aparece en "Ethiope", un tema que el músico quiso dedicar a Kepa Junquera deseándole una pronta recuperación. Las colaboraciones de Blas con Kepa son numerosas, y se hacen notar en "Urbaétniko" por la forma en la que los sonidos se imbrican para evocar pasajes. Así, el concierto se abrió con unos graves en forma de latidos, voces sintetizadas, una brillante textura de platos en la batería, y poco a poco fueron emergiendo las melodías en teclado, guitarra y bajo hasta construir una densa masa de sonidos.

El tiempo es importante en los temas de este músico, no podía ser de otra forma tratándose de un percusionista, pero las composiciones no se aletargan, no se enredan en progresiones interminables, sino que presentan una conducción de voces muchas veces impecable, como en la eufonía que rige la guitarra de "5 rosas" sobre un patrón de bolero. Del mismo modo, la batería no cumple una función exclusivamente rítmica, sino que presenta un rico juego tímbrico otorgando colorido a cada pieza. Por momentos, parecía que se aventuraba a dibujar una melodía en un diálogo de platos y timbales perfectamente diseñado.

Así fue discurriendo un concierto que fue de menos a más. Quizás también porque una propuesta como "Urbanetniko" gana a medida que te vas introduciendo en su universo sonoro. Sonaron algo más de una decena de cortes, pero resulta difícil valorar el recital por temas, y sin duda tiene más sentido hablar de un todo, de una forma de trabajar con distintos lenguajes que denota un profundo conocimiento de estilos. Lo de Blas Fernández no es la fusión a la brava, no es la mezcla por la mezcla, sino el resultado de una trayectoria bien trabajada que acaba por dar sus frutos.

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