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La cuentacuentos en Navidad

La vocación de contar historias para dar a conocer a los más pequeños la realidad cotidiana actual y pasada

El otro día me encontré con un dibujo de un cuentacuentos árabe en una plaza de Marrakech y me acordé de esa tradición árabe tan bonita que casi está desapareciendo. Esta tradición existió en todos los países, en épocas en que no había muchas maneras de entretenerse ni de entretener pero poco a poco fue desapareciendo y quedó en algún país árabe, sobre todo en Marruecos. Recuerdo cuando estuve en Tánger y vi uno rodeado de gente en un zoco y aunque no entendí el cuento, algo barrunté por sus cambios de expresión y de entonación.

Quizás ahora sólo existan unos diez cuentacuentos en todo el país después de mil años de leyendas y mitos, de secretos para atraer la atención, y códigos para pasar información de una generación a la siguiente. Probablemente haya sido la mejor manera de que el pueblo aprendiera la historia del país y la transmitiera a sus hijos y nietos. Los halaiki árabes eran muy importantes. Por ellos la Unesco declaró Patrimonio de la humanidad la Plaza Jema-el-Fna y no porque tuviera monumentos ni grandes mansiones sino porque allí se reunía la gente sentada alrededor de los halaiki.

Uno de los más famosos fue Sarouh, según Juan Goytsolo, un enamorado de Marruecos y que vivió allí parte de su vida.

Yo tengo vocación de cuentacuentos, siempre me gustó contar historias unas inventadas, otras reales con añadidos, se los contaba a mis hermanas, mis primos, a mis compañeras de colegio, a mis hijos, e incluso pasando el tiempo estando trabajando en el Instituto, en el recreo nos juntábamos unas cuantas profesoras en nuestra sala y yo contaba lo que me había pasado el fin de semana, algo exagerado y muchas se sentaban a mi lado y se morían de risa con mis historias.

Ahora que los medios de comunicación no son muy claros, ni justos ni honestos, que la mayor parte están vendidos a un partido u otro, que no hay manera de encontrar la verdad en medio de tanta mentira. Un cuentacuentos fiable sería impagable.

Yo les cuento cuentos a mis nietos para dormir, tienen que ser tranquilos, relajantes, verdaderos y que enseñen sin aburrir y sin que se note. Les cuento muchas historias de Asturias en el pasado. Así que saben que aquí estuvieron los celtas, los romanos, los godos, llegaron los árabes y los echamos. Les cuento historias de Grecia y de Roma en los que ellos son los protagonistas, unas veces son romanos y les describo su vida romana, lo que estudiaban allí y cómo vivían, otras veces son griegos, les cambio los nombres por nombres griegos, romanos y les describo sus casas allí.

A veces son tristes, a todos nos pasan cosas tristes de vez en cuando porque la vida no es un lecho de rosas, pero para algunos esto es un verdadero valle de lágrimas.

El sábado pasado fui al concierto de Pancho y Lefty, o sea Tito y Luis. Fue fantástico, están más compenetrados que nunca, la guitarra de virtuoso de Luis y la voz de Tito, un buen cambio de repertorio, la gente que no fue se perdió algo muy bueno. Pero lo que me importa ahora es una canción preciosa y triste de un cantante americano muy poco conocido, llamado Jackson Clarck, su triste historia nos la contó Tito. Cuando era pequeño hubo un incendio en su colegio y murieron casi todos los de su clase, él sobrevivió pero con quemaduras en gran parte de su cuerpo, se pasó años en hospitales, dolores, injertos. No logró recuperarse del todo, se dedicó a cantar una temporada y acabó muriendo en la calle, borracho, drogado y solo. Su historia me impresionó y me duele cada vez que me acuerdo.

En todas partes te encuentras personas con vidas así. El otro día fui a visitar a una amiga en el hospital, que afortunadamente ya está en casa, y su compañera de habitación era una señora mayor muy callada, viuda y que había tenido un hijo maravilloso que se había suicidado. Vivía en una residencia, no veía la televisión, no leía, no hablaba, no se quejaba, sólo escuchaba la radio, eso sí los partidos. Marché obsesionada.

Yo les cuento alguna de estas historias a mis nietos, nunca por la noche y siempre para que se den cuenta de la suerte que tienen rodeados de amor, de cuidados, de familia y amigos, y para que se preocupen por los niños que tienen esas penas y les ayuden en la medida de lo posible.

Estas Navidades voy a contar muchas historias y voy a hacer un cuentacuentos en la Asociación de vecinos de Somió en nuestra fiesta infantil de Navidad.

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